lunes, 16 de noviembre de 2009

Plata fresca

El Programa Nacional de Promoción del Microcrédito que opera en nuestra provincia ha ejecutado en el presente año un total de $ 423.300 en microcréditos. Este y otros programas, como el Banco Popular de la Buena Fe, intentan fortalecer los emprendimientos de sectores en condiciones de vulnerabilidad.


Por Gabriela Gutiérrez


El Programa Nacional de Promoción del Microcrédito para el Desarrollo de la Economía Social “Padre Carlos Cajade”, desembarcó en nuestra provincia a partir de la gestión de la Secretaría de Políticas Sociales. Su funcionamiento recae en siete organizaciones sociales de base que trabajan a lo largo del territorio provincial. Dos de ellas se encuentran en nuestra ciudad, y las otras cinco en las localidades de La Unión (Rivadavia Banda Sur), Coronel Juan Solá (Rivadavia Banda Norte), Aguaray, Tartagal, San Agustín, El Carril, Seclantás y San Carlos. A ellas compete ejecutar los montos provenientes del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Entre el Estado provincial – representado por dos de sus secretarías (PYMEs y la Secretaría de Políticas Sociales)- y dos de las organizaciones ejecutoras de crédito, se conforma el Consorcio de Gestión Local, figura clave del programa. Compuesto por organizaciones de la sociedad civil y el Estado, el Consorcio actúa como organización administradora del programa de microcréditos, y también como nexo con el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Es el Consorcio quien se ocupa de transferir la metodología del programa a las organizaciones, sus respectivos asesores y sus emprendedores.
En sus menos de dos años de vida, el programa ha llegado a unos doscientos cuarenta emprendedores y ejecutó créditos por un monto de $ 423.300. Son las organizaciones ejecutoras quienes evalúan los proyectos de los emprendedores y los aprueban desde sus respectivos comités de crédito. Es en el seno de estos comités donde también se deciden los montos a ser otorgados, variando los mismos entre los $500 y los $3000, y los plazos de devolución, que pueden ser semanales, quincenales o mensuales. Se exige que los emprendimientos cuenten con una antigüedad mínima de cuatro meses, con el objetivo de fortalecer financieramente unidades productivas que ya se encuentran en marcha.
De acuerdo al ritmo de trabajo de cada organización, se contempla la posibilidad para los emprendedores del acceso a un recrédito, al cual pueden acceder según cumplan con los plazos de devolución. Dicho compromiso con la devolución posibilita asimismo que otros emprendedores accedan a la misma oportunidad que ellos tuvieron. Muchas de las organizaciones que participan del programa ya han represtado en base al dinero devuelto por los tomadores de crédito, y con esto han generado la posibilidad de acceso al crédito a otros emprendedores. Es así como se conforma un círculo virtuoso, en el cual el valor de la palabra, la confianza y la solidaridad han permitido fortalecer este tipo de unidades productivas. En una proyección a futuro, se estima ampliar el alcance del programa en todo el territorio provincial, con el fin de poder acercar esta importante herramienta a cada vez más emprendedores de la economía social.

Banco Popular de la Buena Fe
El Banco Popular de la Buena Fe es otra propuesta de la Comisión Nacional de Microcrédito, dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, la cual promueve el microcrédito para el desarrollo de emprendimientos productivos, de servicio o venta. La iniciativa está destinada a emprendedores de los sectores populares de todo el país. Entre sus objetivos se cuentan los siguientes:
- Generar autoempleo y mejorar la calidad de vida de los sectores populares más empobrecidos;
- Promover la gestión asociada entre el Estado (Nacional, provincial y local) y Organizaciones No Gubernamentales;
- Aportar una metodología de trabajo que incentive el fortalecimiento del tejido social, trabajando juntos por una "comunidad organizada" que sea artífice de su propia historia, con sus miembros participando activamente en la transformación social;
- Impulsar la autonomía de cada persona a través de la promoción de sus propias habilidades y saberes que generan trabajo digno;
- Generar protagonismo en cada uno y en la comunidad en su conjunto;
- Incentivar la capacidad de soñar y de gestar nuevas utopías;
- Promover espacios asociativos y redes de gestión asociada para mejorar los procesos de desarrollo local;
- Generar instancias de capacitación para el fortalecimiento de la organización, producción y comercialización de los emprendedores.


En nuestra provincia coexisten numerosas experiencias. Entre ellas puede destacarse la que funciona bajo la coordinación de la Asociación de Estudiantes y Educadores, la cual desempeña sus tareas en el Barrio Santa Ana II. Inició sus tareas en el territorio a fines del año pasado y, desde entonces, bajo la modalidad de los grupos solidarios -hay doce grupos en la actualidad, y los mismos están compuestos por cinco integrantes cada uno- han alcanzado a la fecha a un total de sesenta emprendedores. El primer crédito que reciben asciende a $500 y, una vez cubiertas las veinticuatro cuotas (los plazos de pago son semanales), cuentan con la posibilidad de acceso a un sistema de recrédito escalonado: un segundo crédito de $750 y un tercero de $1.000. Desde Nación se trabaja para aumentar estos montos, aunque aún la decisión no se ha concretado. Se propone que el piso del microcrédito sea de $750, para luego poder acceder a $1000 y finalmente a $1250.


La “Vida de Centro”, tal como llaman los emprendedores a sus reuniones semanales, incluye el abono de la cuota correspondiente y talleres de capacitación dictados por los promotores de la asociación. Existen también otras instancias de formación que se realizan a nivel nacional y de las cuales también participan los emprendedores del banquito, que en su gran mayoría se trata de mujeres. La mayor parte de las unidades productivas del Barrio Santa Ana II están dedicadas a servicios (especialmente en el rubro alimenticio); le siguen los emprendimientos productivos y, finalmente, la reventa. Hay en lista de espera unas veinticinco mujeres y un grupo solidario conformado por hombres. Algunas de estas mujeres cuentan con experiencia previa en este tipo de créditos –la experiencia de PROMUJER es común a muchas de ellas- puesto que, al momento de conseguir recursos financieros, se vuelve menester la búsqueda en el complejo abanico de ofertas existentes. Las mujeres asumen un rol protagónico, se activan y se vuelven auténticas protagonistas de un espacio de lucha. El hombre como proveedor de ingresos de la familia, ante un contexto de crisis y elevadísima desocupación, ve desdibujada esa figura estelar y encuentra en su compañera un sostén para el hogar y un genuino apoyo en un difícil momento.

Actores y mecánicas
El microcrédito surge como una herramienta para una población sumida en la pobreza, aislada y situada en los márgenes de un sistema que no permitía su inclusión, pero que tampoco les brindaba una alternativa concreta. Ahora bien; han sido diversos los actores que han puesto en práctica esa herramienta. Entre ellos se encuentra el Estado, que intenta recuperar su rol activo y de promotor de los derechos de los ciudadanos. Aquí encontramos a la Nación y a nuestra provincia emprendiendo un camino en el fortalecimiento de la economía de los ciudadanos, acción que ha arrojado importantes resultados. Del entramado de las microfinanzas también participan los organismos internacionales de crédito y firmas privadas que, con el boom de las financieras, ingresaron al mercado aunque caracterizándose por sus abusivos intereses.
Todos estos actores poseen un elemento común, y es la implementación de la metodología de grupos solidarios, en donde cada integrante se convierte en co-responsable del resto de sus miembros, quienes, ante la imposibilidad de pago por parte de alguno de ellos, es el compañero el que debe responder por él. Tanto el Estado, los organismos internacionales y las financieras han moldeado el sistema con sus particularidades (la cantidad de integrantes del grupo, por ejemplo, tiene diferentes matices en cada organismo ejecutor), pero en todas estas instituciones, más allá de las diferencias, conviven la misma metodología.

Historia
La historia de las políticas sociales en nuestro país guarda una estrecha relación con la vida religiosa. En sus orígenes, las señoras de la alta sociedad y pertenecientes al culto católico apostólico romano participaban activamente de la asistencia social y eran “guardianas” de los cuerpos y las almas de aquellos que nada tenían. La irrupción del peronismo en la vida política argentina marcó un punto de quiebre. Lo que hasta entonces fuera potestad de las señoras de la alta sociedad se fue transformando lentamente en un nuevo espacio en el cual el Estado cobró un rol protagónico. La mujer, de a poco, fue abriéndose paso y ganando espacios.
Por el contrario, las políticas neoliberales imprimieron a las políticas sociales un modelo focalizado. El Consenso de Washington sentó las bases de las “recetas” implementadas en nuestra región, las cuales fueron minando la presencia del Estado y desdibujando su rol. Nuestra provincia no fue una excepción: la gestión de Juan Carlos Romero se convirtió en su artífice, provocando como consecuencia la destrucción del tejido social. Promediando los inicios de la presente década, se produjo un giro hacia las políticas sociales con un tinte universal, aunque aún el abandono de los principios neoliberales no se ha producido de manera tajante.

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