lunes, 9 de noviembre de 2009

Cinco décadas igual

Floresta y la segregación urbana

La historia y actualidad de un barrio de la Capital como Floresta, da una idea clara de cómo funciona la segregación urbana en Salta: evidente distribución desigual y desproporcionada del espacio urbano en términos de acceso a servicios, alumbrado, limpieza, asfalto, entre otras. Miles de hogares con piso de tierra o ladrillo suelto, sin provisión de agua por cañería o que no disponen de inodoro con descarga de agua, y otros muchos compuestos por ranchos, casillas, piezas de inquilinato y/o pensión. Floresta figura entre los barrios con más del 40% de población con NBI, índice que incluye hogares en donde se registra hacinamiento o en donde hay niños en edad escolar que no asisten a la escuela.





José González Romano




Se tata de uno de los barrios más antiguos y poblados de la ciudad, y también uno de los que mayor déficit de servicios públicos posee. Un centro de salud y dos comedores gestionados y controlados por organismos oficiales constituyen la única presencia del Estado en el lugar. Un paradigmático caso de marginalidad urbana, entendida como el hecho de vivir en y de los márgenes de la ciudad, pero no fuera de ellos, motivan una serie de preguntas que sólo la historia y las distintas trayectorias pueden ayudar a responder: ¿Por qué Floresta vive esa situación? ¿Por qué, después de más de cuarenta años, algunos servicios parecen una quimera?¿Por qué no se avanza en la regularización dominial del barrio? ¿Cómo se vive en un barrio estigmatizado, marginado, segregado? Los estigmas que clasifican al barrio y sus pobladores, ¿se repiten al interior del barrio? Para responder estas preguntas, Cuarto Poder incorpora las voces de los vecinos del barrio, ya que es de vital importancia observar cómo es experimentada por los mismos protagonistas la segregación residencial y cómo éstos se representan la vida en el barrio Floresta, conglomerado que podría definirse desde las ciencias sociales como espacio segregado y marginado.

Salta Somos Todos
La ciudad de Salta es una ciudad intermedia, con 457.427 habitantes según el último censo de 2001, pero que se estima ya pasa el medio millón de habitantes a la fecha, posicionándose como el octavo conglomerado urbano del país. Desde mediados del siglo pasado, la ciudad experimenta un acelerado crecimiento demográfico, habiendo pasado de 115.000 habitantes en 1960 a más de 500.000 en la actualidad, concentrando casi la mitad de la población provincial. La ciudad es sede de los tres poderes del Estado; concentra las tareas administrativas, cuenta con dos universidades y concentra las principales empresas de bienes y servicios de la provincia. La actividad económica predominante es la de bienes y servicios, y en los últimos años ha liderado el ranking de ciudades argentinas con mayor trabajo informal, desempleo y subempleo. Según el INDEC, Salta posee la tasa de desocupación más alta del país. De acuerdo con los datos difundidos hoy por el Instituto Nacional de Estadística y Censos, nuestra provincia registró un 11,9 % de población desempleada, siendo la única en el país en pasar los dos dígitos. (http://grupoaries.com.ar/ariesfm).
Diversos especialistas señalan el alto grado de urbanización en Argentina, con importantes carencias y asimetrías inter e intraurbanas, y cuyo rasgo novedoso es el crecimiento sostenido de las ciudades intermedias, vinculado en gran medida a la pobreza como causa y efecto de las migraciones internas. “Ya no se trata de ciudades con estándares de vida más o menos aceptables con algunos bolsones de pobreza, sino de ciudades pobres con algunos bolsones de riqueza” (Cuenya, 1997, citado en Sbrocco, Nombre de la publicación 1997). Asimismo, antropólogos de la Universidad Nacional de Salta como Sonia Álvarez (Nombre de la publicación 1999:60) coinciden y caracterizan a Salta como una ciudad intermedia con una fuerte estratificación social y cultural, altos índices de desempleo y un acelerado crecimiento urbano, donde “los pobres urbanos hacen la ciudad.”
El caso de barrio Floresta
La zona Este, donde se encuentra el barrio Floresta, es una de las más antiguas de la ciudad. El fuerte crecimiento de otros barrios habitados por los sectores populares se da en el período comprendido entre 1985 a la actualidad, con el consecuente aumento y proliferación de nuevos conglomerados urbanos, que se encuentran principalmente en las zonas Norte (cuyo límite se encuentra en el río Vaqueros), Oeste (a partir de la expansión de la frontera de la ciudad delimitada por la Avenida Zacarías Yanci) y Sureste, que se extiende a partir de la Avenida Tavella hasta los límites con el municipio vecino de Cerrillos.
Floresta contaba en el año 2001 con 1.385 hogares, que abarcan a 6.581 pobladores. Entre esos hogares, 1.128 casas incluyen a 5.497 pobladores, pudiendo detallarse de este número un conjunto de 229 casas tipo “A” (según la terminología censal, todas las casas no consideradas tipo B), y 899 casas tipo B, es decir, casas que cumplen por lo menos con una de las siguientes condiciones: tienen piso de tierra o ladrillo suelto u otro material, no tienen provisión de agua por cañería dentro de la vivienda o no disponen de inodoro con descarga de agua (Fuente: INDEC. Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001. Dirección General de Estadísticas de Salta). Para completar el cuadro, existen otros 257 hogares clasificados como ranchos (96), casillas (139), piezas de inquilinato y/o pensión (22), y que albergan a 1.084 residentes. Mientras tanto, los mismos indicadores para toda la ciudad se invierten proporcionalmente, ya que el 79% de los hogares (66.569 en total) corresponde a casas tipo A, y el 21% (18.168) a casas tipo B. Asimismo, Floresta figura entre los barrios con más del 40% de población con NBI, colocándola en los primeros lugares de este triste ranking, que incluye hogares en donde se registra hacinamiento, con más de tres personas por cuarto, constituye una vivienda precaria o inquilinato (excluido el rancho), u hogares que no tienen retrete. También ingresan en esa categoría los hogares en los que hay niños en edad escolar que no asisten a la escuela, o viviendas en las que habitan cuatro o más personas por miembro ocupado y cuyo jefe no ha completado el tercer grado de escolaridad.

Ubicado en el extremo oriental de la Zona Este, el barrio limita al oeste con Villa Mitre, al sur con el Parque Industrial, al este con una cadena de cerros, al norte con barrio Constitución, al noreste con Loteo Velata o Divino Niño, y al noroeste con Villa Mónica. Tiene una extensión de unas veinte cuadras de largo, por tres cuadras de ancho, aunque el barrio va creciendo “para arriba” y en algunos sectores es más ancho. Está subdivido en tres sectores y muchos pobladores hacen uso de esta categorización para orientar a alguien que no es del barrio: Floresta Sur, Floresta Centro y Floresta Norte; a su vez, también cuenta con una parte “alta”, y una “baja”. Su parte más antigua tiene más de cinco décadas y se encuentra en la parte sur, comenzando desde ahí el proceso de urbanización del barrio, extendiéndose hacia el norte, y desde “abajo” hacia “arriba”. Posee tres arterias de ripio que la atraviesan longitudinalmente: la calle principal, Mariano Saravia, donde se encuentra el Centro de Salud Nº 44; la Avenida Delgadillo, que sirve para delimitar el barrio vecino, Villa Mitre, y la calle Hermenegildo Diez, que separa la parte de “arriba” de la de “abajo”. La avenida Universidad Católica separa Floresta Norte de Constitución, y da la impresión de no estar integrada al barrio porque actualmente forma parte de la Autopista o ruta Panamericana utilizada para el tránsito pesado que circula por la ruta Nacional 51.
Con respecto al servicio de transporte público, las líneas 2B1 y 2B2 son la que utilizan los vecinos del lugar, y a pesar de ser uno de los barrios más grandes y poblados de la zona no cuenta con ninguna línea de colectivo que pase por el barrio. Esta línea pasa por la calle Pompilio Guzmán de Villa Mitre, quedando la parada más cercana a los vecinos a dos cuadras, pero para buena parte de sus habitantes el colectivo queda a más de cuatro cuadras, y en los sectores más altos del barrio, la parada más cercana a ocho, constituyendo este uno de los reclamos más sentidos por la barriada. La propuesta de los vecinos es que el colectivo pase por la calle Hermenegildo Diez en sentido sur-norte, aunque desde Saeta responden que la misma no está en condiciones para que circulen los vehículos.
En la barriada se distinguen tres formas de producción del hábitat popular: loteo, asentamiento y villa. Se distingue como villas a aquellas que están construidas en su mayoría en terrenos fiscales o privados, con viviendas muy precarias, muy poco o ningún ordenamiento espacial, con calles interiores y con frecuencia muy angostas. Los asentamientos, por su parte, son formas nuevas de construcción del hábitat, inauguradas aproximadamente desde los 80 en el caso de Salta. Los especialistas señalan algunas características coincidentes entre estas dos formas de producción del hábitat: comparten entre sí una situación precaria de tenencia de la tierra, pero se diferencian porque en los asentamientos hay un ordenamiento del territorio en manzanas, lotes y calles, similar al del resto de la ciudad. Los loteos económicos son barrios que surgieron a partir de la subdivisión masiva de tierras de uso rural y que se vendieron en cuotas a plazos.

Oposiciones presentes en Floresta

En el estudio de caso, en algunos barrios las diferencias al interior de éstos se expresan en la oposición delante-detrás, mientras que en Floresta se manifiestan como barrio-asentamiento, propietarios-no propietarios, o Floresta vieja-Floresta nueva. El “barrio” comprende desde la calle Hermenegildo Diez hacia “abajo”, y los terrenos (salvo dos manzanas que están asentadas en el predio destinado a la escuela) están escriturados. Las casas tienen cloacas, luz, agua corriente, y desde hace dos años cuentan con el servicio de agua todo el día. Las dos calles principales de este sector están consolidadas (Av Delgadillo y calle Mariano Saravia); una parte está pavimentada, y en ella se encuentra el Centro de Salud, el comedor infantil (equipado por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación), la iglesia evangelista y su comedor infantil “Rayito de Sol”, dos aserraderos, talleres mecánicos, y las despensas más grandes. En contraste con el resto del barrio, se ven casas de material, con garaje y rejas. Otra peculiaridad es la cercanía con Villa Mitre, barrio en el cual están las instituciones educativas estatales (EGB y Polimodal), las paradas del colectivo y el Centro de Referencia Sanitario de la zona (ubicado en barrio Manjón).
A medida que uno “sube” en dirección al cerro, se adentra en el “asentamiento” o barrio Finca Altos de la Floresta, cuyos moradores están en una situación irregular con respecto al dominio de las tierras y no cuentan con agua corriente: para proveerse del líquido elemento deben recurrir a los grifos comunitarios con baldes y tachos, algo que sólo ocurre durante dos horas por día, porque después se corta el servicio. Cada quince días pasa el camión “aguatero” llenando tachos de 200 litros que los vecinos utilizan para lavar ropa, utensilios, y regar sus huertas familiares. A diferencia de Floresta “vieja”, no hay calles longitudinales, y las transversales son todas de lajas, sin enripiar, lo cual dificulta su tránsito en épocas de lluvia. Es en este sector en donde están las torres de alta tensión (y las viviendas bajo su perímetro) que atraviesan las veinte cuadras de longitud que tiene el barrio, a pesar de la existencia de una ley nacional que regula la distancia mínima que tiene que haber entre la línea de alta tensión y los hogares.

Segregados

Floresta y sus habitantes siguen sin estar integrados al desarrollo y al espacio urbanos. Más que por una cuestión de negligencia en la gestión municipal, esto ocurre por “la consecuencia residual de una economía dinámica con otras prioridades espaciales” (Walton, Nombre de la publicación 1984). Los interrogantes iniciales, entonces, pueden responderse a partir de la relación existente entre el Estado y el mercado. El primero se comporta de manera distinta según los casos. A veces equipa a lugares con servicios urbanos de calidad (asfalto, agua, gas, luz, cloacas, escuelas, centros de atención sanitaria, espacios de recreación, seguridad, transporte, dependencias estatales), y en otros invierte poco en la implementación de los mismos servicios. Así, como en el caso del barrio Floresta, se dan situaciones que deberían ser recuerdo de otras épocas, pero que hoy constituyen una flagelante realidad: largas colas de gente con baldes para aprovechar las pocas horas que sale el agua y la espera ansiosa del camión cisterna para llenar los tachos y poder usar el líquido durante los siguientes quince días hasta que el camión retorne nuevamente. La angustia cotidiana por la situación irregular de los terrenos de casi la mitad del barrio; la esperanza de que se solucionen los problemas de infraestructura pública; la bronca porque los servicios llegan a la mayoría de los barrios más nuevos, al igual que las escrituras de los terrenos, “mientras de Floresta nunca nadie se acuerda, como sino existiera”, según el relato de uno de sus habitantes. Mientras vemos el rol del Estado en la configuración de espacios de segregación, los habitantes de Floresta exigen su intervención, piden ser reconocidos como ciudadanos y por consiguiente, merecedores de la infraestructura y equipamientos públicos, y de un terreno propio donde vivir dignamente.

Un poco de historia

Floresta nace como un loteo hecho por distintas inmobiliarias. Desde el año 1956 ya se ofrecían los terrenos para su adquisición. Antes de ser barrio, el terreno era una finca, llamada Finca La Floresta, y según algunos testimonios, llegaba hasta donde era el Matadero Municipal. “Se va a sorprender usted porque, no sé si usted vio, en el matadero, al frente, hay un bar que dice “La Floresta”; hasta ahí llegaba la Finca La Floresta, después se hicieron los loteos y se fueron achicando, por supuesto, después se hizo el loteo La Fama, después se hizo el loteo de Villa Mitre, Constitución, bah, Mónica, después ya se hizo Floresta. Pero la finca esta llegaba hasta ahí, grandísimo, tiene su historia, grandes historias”. (Testimonio de RS, en entrevista realizada por el autor el 20/02/09).
Los dueños de esta finca era la familia de Alcira Gottlynh, viuda de Correa, que donó terrenos para la colocación de una cisterna, en el año 1983, a fin de que el barrio tenga agua. También se había reservado, cuando se hizo el loteo, un terreno para la construcción de una escuela, pero fue ocupado por familias que se asentaron allí. “Cuando nosotros vinimos acá no teníamos luz, agua, ni mucho menos algunas calles abiertas. Para ubicar el terreno nosotros geográficamente decíamos ‘este es mi terreno’, y así llegábamos. Sendero, todo era un sendero”. No había calles, los terrenos eran marcados a través de un mojón, “es una base de cemento, con un hierro en la punta, en el medio, de ahí se tira un hilo por acá, un hilo por allá, y de ahí se dice: aquí hay doce terrenos de diez (metros) de frente, después tira para allá, por eso uno se guiaba.” (RS)
El sector del barrio que se origina por asentamiento se fue poblando en varias oleadas, y recibe en su conjunto el nombre “Finca Altos de la Floresta”. Comprende desde la calle Hermenegildo Diez hacia “arriba”. Surge a mediados de los años `70. En ese entonces, ya existía el Barrio Floresta, la parte del mismo que cuenta con los terrenos escriturados, por eso a veces se hace esta diferencia, pero por lo general se hace referencia a todo el barrio como uno solo. Según cuentan los habitantes, este sector del barrio se fue formando a los costados de la torre de alta tensión, conocido como “sector de la Torre 40”. Poco a poco, se iban midiendo los lotes y poniendo los precarios cimientos de las viviendas.
Pero también al interior del barrio hubo asentamientos. Cuando se hizo el loteo se reservó el espacio para una escuela y espacio verde: el espacio “invadido” queda sobre calle Mariano Saravia, entre las calles Isasmendi y Gambolini. En los años '70 también sucedió esto: “En la época de Ragone se asentaron, siguen ahí pero no tienen escritura porque esos terrenos fueron donados al Ministerio de Educación.” (RS)
En las partes más altas se observan viviendas muy precarias, con muy poco o ningún ordenamiento espacial, con calles interiores frecuentemente muy angostas (a veces tan angostas que sólo se las puede transitar en bicicleta o moto), pudiéndose denominar a este conjunto de hogares como villas dentro del barrio. Muchas veces, cuando un grupo de gente se asentaba bajo los cables de las torres de alta tensión -que atraviesan el barrio longitudinalmente-, no se permitía su radicación, y eran reubicados en otros puntos de la ciudad, tal como pasó durante el gobierno de Roberto Romero (1983-1987), que trasladó a muchas familias que estaban bajo los cables de las torres de alta tensión a nuevos barrios construidos en el marco del programa provincial ProViPo (Programa Vivienda Popular), como Norte Grande, San Francisco Solano o Finca Independencia. Luego del traslado de esas familias, vinieron otras con las mismas necesidades habitacionales que sus predecesoras, y ante la masividad e imposibilidad de ofrecer soluciones parecidas a las dadas anteriormente, se hizo virtualmente imposible desalojar los terrenos. “En el año 1985 hicieron..., vinieron una cantidad grande, se asentaron un poco, entonces ¿qué hice yo? Con don Roberto Romero, yo lo he traído a Roberto Romero, a mi casa, y ahí fuimos allá arriba, él se subió a un piedrón grande y les dijo: ‘Señores, aquí no pueden estar, de acá se me lo tienen que ir, pongansé de acuerdo con Sosa, para que él los ubique ahí abajo, hasta que yo los pueda llevar a un barrio que yo voy a hacer”. Ese barrio se llamaba ProViPo, que hoy es Norte Grande, San Francisco Solano, Santa Cecilia, todos esos barrios de ahí. Cuando se llevó a esa gente, te podés imaginar, corrieron a unos cuantos pájaros, y llegó una bandada de golondrinas.”





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