miércoles, 30 de julio de 2008

Debate: Los “medios” interpelados

Convocados por el Instituto de Investigación social, Económica y Política Ciudadana (ISEPCi-Salta), historiadores y periodistas salteños debatieron en el Complejo de Bibliotecas de nuestra ciudad sobre "Medios de comunicación y lenguajes políticos en el siglo XXI". El disparador fue la "Carta Abierta", el documento firmado durante el conflicto del campo por más de 700 intelectuales, que pusieron en la mesa de discusión, entre otras cosas, el rol de los medios de comunicación y sus capacidades para orientar el desarrollo de ciertos conflictos.

DOM
La crisis generada por el llamado conflicto del campo, puso en evidencia situaciones o facetas que hasta el momento habían pasado desapercibidas, confirmando que los tiempos de crisis son ideales para realizar análisis a fondo. Acaso por este motivo, y a raíz del debate suscitado por el espacio “Carta Abierta”, donde numerosos intelectuales expresan su postura ante la situación política actual y el rol de los hombres de la cultura en el proceso político presente, el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (ISEPCi-Salta) convocó a una charla debate sobre "Medios de comunicación y lenguajes políticos en el siglo XXI", de la que participaron el licenciado Rubén Correa, el periodista Héctor Alí (Nuevo Diario y FM Ya) y el historiador Daniel Avalos, en representación del Instituto.
La “Carta Abierta”, que sirvió como disparador del encuentro, es un documento producido por reconocidos intelectuales, que parecen romper con la tradición académica que, durante décadas, prescindió de las valoraciones éticas y los planteos políticos en nombre del rigor científico. “Como en otras circunstancias de nuestra crónica contemporánea, hoy asistimos en nuestro país a una dura confrontación entre sectores económicos, políticos e ideológicos históricamente dominantes y un gobierno democrático que intenta determinadas reformas en la distribución de la renta y estrategias de intervención en la economía. La oposición a las retenciones –comprensible objeto de litigio– dio lugar a alianzas que llegaron a enarbolar la amenaza del hambre para el resto de la sociedad y agitaron cuestionamientos hacia el derecho y el poder político constitucional que tiene el gobierno de Cristina Fernández para efectivizar sus programas de acción, a cuatro meses de ser elegido por la mayoría de la sociedad. Un clima destituyente se ha instalado, que ha sido considerado con la categoría de golpismo. No, quizás, en el sentido más clásico del aliento a alguna forma más o menos violenta de interrupción del orden institucional…”, comienza diciendo el texto, al que adhirieron personalidades como Horacio Verbitsky, Nicolás Casullo, Ricardo Forster, Jaime Sorín, David Viñas, Norberto Galasso, Noé Jitrik, Horacio González y José Pablo Feinmann, entre otros.
El mismo documento identifica a los medios de comunicación como un actor central en el desarrollo de los procesos políticos actuales: “En la (…) confrontación alrededor de la política de retenciones jugaron y juegan un papel fundamental los medios masivos de comunicación más concentrados, tanto audiovisuales como gráficos, de altísimos alcances de audiencia, que estructuran diariamente «la realidad» de los hechos, que generan «el sentido» y las interpretaciones y definen «la verdad» sobre actores sociales y políticos desde variables interesadas que exceden la pura búsqueda de impacto y el rating. Medios que gestan la distorsión de lo que ocurre, difunden el prejuicio y el racismo más silvestre y espontáneo, sin la responsabilidad por explicar, por informar adecuadamente ni por reflexionar con ponderación las mismas circunstancias conflictivas y críticas sobre las que operan”.
La carta completa se puede leer en: http://www.cartaabierta.es.tl/ y fue difundida por el ISEPCI-Salta, que además inició una campaña de adhesión a la misma, la cual ya recibió el apoyo de decenas de personas, entre las que se incluyen académicos universitarios, funcionarios provinciales, docentes y jóvenes periodistas, a través de la citada página y del blog del Instituto.

Las intervenciones


Daniel Avalos, miembro del ISEPCi-Salta, ante más de medio centenar de concurrentes, destacó la importancia del documento por intentar romper con tradiciones académicas que, en nombre de la objetividad, reclaman saber “cómo son las cosas”, prescindiendo de valorarlas como buenas o malas y prescindiendo, aún más, de la pregunta política acerca de cómo conseguir que los procesos se orienten hacia los puertos deseados. Si la primera parte de su exposición estuvo marcada por un intento de identificar los orígenes de esas tradiciones académicas y la ruptura con esos argumentos, presente en la Carta Abierta, la segunda parte de su exposición se inició con la afirmación de que los medios, efectivamente, tienen gran capacidad para instalar una noción de verdad que no necesariamente supone una adecuación entre lo que alguien dice de una cosa y lo que esa cosa efectivamente es. Al tratar de buscar las causas que determinan esa situación, concluyó que, a diferencia de lo que algunas certezas del progresismo y la izquierda suponían, el capital concentrado ha logrado efectivizar una revolución comunicacional capaz de sujetar las conciencias, con lo cual cualquier progresismo no perezoso debe plantearse, hoy, la necesidad de tener una política comunicacional para la emancipación, algo que, enfatizó, el gobierno nacional no tuvo durante el desarrollo del reciente conflicto.
El historiador Rubén Correa, por su parte, tuvo ejes menos claros de intervención. Mechó una fuerte defensa de la Universidad, el relato de experiencias personales en ese ámbito y una postura critica a los intelectuales firmantes de la “Carta Abierta”, remarcando que percibía en ellos un gran desconcierto. Sostuvo así que la derrota del kirchnerismo en el conflicto del campo se debió a que no ha podido asimilar el eclecticismo, donde los aliados no terminan de ponerse de acuerdo, mientras del otro lado, la derecha, siempre ha sido pragmática y ha tenido un horizonte claro. Asimismo, criticó fuertemente al gobierno provincial, por la incapacidad para cumplir promesas o por imponer una enorme burocracia que paraliza todo proyecto, como el de modificar el nombre de las calles, que actualmente están nominadas en homenaje a ex represores.
Héctor Alí fue el cable a tierra de análisis más generales. Afirmó que la tarea del periodista está mucho más vinculada a la crónica diaria, restándole posibilidades para otro tipo de análisis. Y aun cuando manifestó que existieron ejemplos de preguntas capciosas y un uso interesado de las presentaciones, concluyó que el tema del campo fue sobredimensionado, al habérselo comparado con intentos de golpes de estado y aseguró que este tema también sirvió para opacar o tapar otros problemas que se suscitaron en ese período. Defendió la labor de los medios de comunicación, y sostuvo que él había notado objetividad en el tratamiento del conflicto. Expresó, finalmente, que no comparte algunos fragmentos de la carta, como por ejemplo aquel que manifiesta que los medios “gestan la distorsión de lo que ocurre, difunden el prejuicio y el racismo más silvestre y espontáneo”.


Finalizadas las disertaciones, los concurrentes hicieron uso de la palabra. El denominador común de las intervenciones fue el de una postura crítica a los medios de comunicación y el apoyo a las retenciones como mecanismo de distribución de la riqueza que, sin embargo, no suponía un apoyo a la gestión del gobierno nacional.

martes, 15 de julio de 2008

Carta Abierta

A los intelectuales, a los artistas , a los docentes universitarios y a los periodistas salteños: en un contexto de fuerte pugna política, ante un nuevo intento de la derecha nacional de conformar un bloque de poder que no tolera ningún intento de redistribución de la riqueza e intenta imponer un modelo de país acorde a sus exclusivos intereses; atendiendo a que el llamado “conflicto del campo” ha colocado en la mesa de discusión aspectos que ya trascienden las medidas concretas y los comportamientos de funcionarios y que tal proceso ha generado que sectores importantes de la intelectualidad nacional intervengan en la discusión forjando espacios de debates y organización como el llamado “Espacio Carta Abierta”, el ISEPCI-Salta invita y convoca a la intelectualidad salteña a adherir a la misma y organizar en nuestra provincia espacios de debate de ideas y análisis que aspiren a intervenir activamente en el proceso política y social de hoy. Porque ciertos aspectos de nuestra realidad nacional son demasiado importantes para dejarlos en manos exclusivas del gobierno.

Este documento fue presentado en la librería Gandhi de Buenos Aires por una mesa conformada por Horacio Verbitsky, Nicolás Casullo, Ricardo Forster y Jaime Sorín. Fue firmado por más de 750 intelectuales, entre los que se cuentan decanos de la UBA, David Viñas, Norberto Galasso, Noé Jitrik, Horacio González, José Pablo Feinmann y muchos más nombres, que por limitaciones de espacio es imposible reproducir.

Como en otras circunstancias de nuestra crónica contemporánea, hoy asistimos en nuestro país a una dura confrontación entre sectores económicos, políticos e ideológicos históricamente dominantes y un gobierno democrático que intenta determinadas reformas en la distribución de la renta y estrategias de intervención en la economía. La oposición a las retenciones –comprensible objeto de litigio– dio lugar a alianzas que llegaron a enarbolar la amenaza del hambre para el resto de la sociedad y agitaron cuestionamientos hacia el derecho y el poder político constitucional que tiene el gobierno de Cristina Fernández para efectivizar sus programas de acción, a cuatro meses de ser elegido por la mayoría de la sociedad. Un clima destituyente se ha instalado, que ha sido considerado con la categoría de golpismo. No, quizás, en el sentido más clásico del aliento a alguna forma más o menos violenta de interrupción del orden institucional. Pero no hay duda de que muchos de los argumentos que se oyeron en estas semanas tienen parecidos ostensibles con los que en el pasado justificaron ese tipo de intervenciones, y sobre todo un muy reconocible desprecio por la legitimidad gubernamental.
Esta atmósfera política, que trasciende el “tema del agro”, ha movilizado a integrantes de los mundos políticos e intelectuales, preocupados por la suerte de una democracia a la que aquellos sectores buscan limitar y domesticar. La inquietud es compartida por franjas heterogéneas de la sociedad que más allá de acuerdos y desacuerdos con las decisiones del Gobierno consideran que, en los últimos años, se volvieron a abrir los canales de lo político. No ya entendido desde las lógicas de la pura gestión y de saberes tecnocráticos al servicio del mercado, sino como escenario del debate de ideas y de la confrontación entre modelos distintos de país. Y, fundamentalmente, reabriendo la relación entre política, Estado, democracia y conflicto como núcleo de una sociedad que desea avanzar hacia horizontes de más justicia y mayor equidad.Desde 2003 las políticas gubernamentales incluyeron un debate que involucra a la historia, a la persistencia en nosotros del pasado y sus relaciones con los giros y actitudes del presente.Un debate por las herencias y las biografías económicas, sociales, culturales y militantes que tiene como uno de sus puntos centrales la cuestión de la memoria articulada en la política de derechos humanos y que transita las tensiones y conflictos de la experiencia histórica, indesligable de los modos de posicionarse comprensivamente delante de cada problema que hoy está en juego.En la actual confrontación alrededor de la política de retenciones jugaron y juegan un papel fundamental los medios masivos de comunicación más concentrados, tanto audiovisuales como gráficos, de altísimos alcances de audiencia, que estructuran diariamente “la realidad” de los hechos, que generan «el sentido» y las interpretaciones y definen “la verdad” sobre actores sociales y políticos desde variables interesadas que exceden la pura búsqueda de impacto y el rating. Medios que gestan la distorsión de lo que ocurre, difunden el prejuicio y el racismo más silvestre y espontáneo, sin la responsabilidad por explicar, por informar adecuadamente ni por reflexionar con ponderación las mismas circunstancias conflictivas y críticas sobre las que operan.Esta práctica de auténtica barbarie política diaria, de desinformación y discriminación, consiste en la gestación permanente de mensajes conformadores de una conciencia colectiva reactiva.Privatizan las conciencias con un sentido común ciego, iletrado, impresionista, inmediatista, parcial. Alimentan una opinión pública de perfil antipolítica, desacreditadora de un Estado democráticamente interventor en la lucha de intereses sociales. La reacción de los grandes medios ante el Observatorio de la discriminación en radio y televisión muestra a las claras un desprecio fundamental por el debate público y la efectiva libertad de información. Se ha visto amenaza totalitaria allí donde la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA llamaba a un trato respetuoso y equilibrado del conflicto social.En este nuevo escenario político resulta imprescindible tomar conciencia no sólo de la preponderancia que adquiere la dimensión comunicacional y periodística en su acción diaria, sino también de la importancia de librar, en sentido plenamente político en su amplitud, una batalla cultural al respecto. Tomar conciencia de nuestro lugar en esta contienda desde las ciencias, la política, el arte, la información, la literatura, la acción social, los derechos humanos, los problemas de género, oponiendo a los poderes de la dominación la pluralidad de un espacio político intelectual lúcido en sus argumentos democráticos.Se trata de una recuperación de la palabra crítica en todos los planos de las prácticas y en el interior de una escena social dominada por la retórica de los medios de comunicación y la derecha ideológica de mercado. De la recuperación de una palabra crítica que comprenda la dimensión de los conflictos nacionales y latinoamericanos, que señale las contradicciones centrales que están en juego, pero sobre todo que crea imprescindible volver a articular una relación entre mundos intelectuales y sociales con la realidad política. Es necesario crear nuevos lenguajes, abrir los espacios de actuación y de interpelación indispensables, discutir y participar en la lenta constitución de un nuevo y complejo sujeto político popular, a partir de concretas rupturas con el modelo neoliberal de país. La relación entre la realidad política y el mundo intelectual no ha sido especialmente alentada desde el gobierno nacional y las políticas estatales no han considerado la importancia, complejidad y carácter político que tiene la producción cultural.En una situación global de creciente autonomía de los actores del proceso de producción de símbolos sociales, ideas e ideologías, se producen abusivas lógicas massmediáticas que redefinen todos los aspectos de la vida social, así como las operaciones de las estéticas de masas reconvirtiendo y sojuzgando los mundos de lo social, de lo político, del arte, de los saberes y conocimientos. Son sociedades cuya complejidad política y cultural exige, en la defensa de posturas, creencias y proyectos democráticos y populares, una decisiva intervención intelectual, comunicacional, informativa y estética en el plano de los imaginarios sociales.Esta problemática es decisiva no sólo en nuestro país, sino en el actual Brasil de Lula, en la Bolivia de Evo Morales, en el Ecuador de Correa, en la Venezuela de Chávez, en el Chile de Bachelet, donde abundan documentos, estudios y evidencias sobre el papel determinante que asume la contienda cultural y comunicativa y las denuncias contra los medios en manos de los grupos de mercado más concentrados. Es también en esta confrontación, que se extiende al campo de la lucha sobre las narraciones acerca de las historias latinoamericanas, donde hoy se está jugando la suerte futura de varios gobiernos que son jaqueados y deslegitimados por sus no alineamientos económicos con las recetas hegemónicas y por sus «desobediencias» políticas con respecto a lo que propone Estados Unidos.Reconociendo los inesperados giros de las confrontaciones que vienen sucediéndose en esta excepcional edad democrática y popular de América latina desde comienzos de siglo XXI, vemos entonces la significación que adquiere la reflexión crítica en relación con las vicisitudes entre Estado, sociedad y mercado globalizado. Uno de los puntos débiles de los gobiernos latinoamericanos, incluido el de Cristina Fernández, es que no asumen la urgente tarea de construir una política a la altura de los desafíos diarios de esta época, que tenga como horizonte lo político emancipatorio.Porque no se trata de proponer un giro de precisión académica a los problemas, sino de una exigencia de pasaje a la política, en un tiempo argentino en el que se vuelven a discutir cuestiones esenciales que atraviesan nuestras prácticas. Pasaje hacia la política que nos confronta con las dimensiones de la justicia, la igualdad, la democratización social y la producción de nuevas formas simbólicas que sean capaces de expresar las transformaciones de la época. En este sentido es que visualizamos la originalidad de lo que está ocurriendo en América latina (más allá de las diferencias que existen entre los distintos proyectos nacionales) y los peligros a los que nos enfrentamos, peligros claramente restauracionistas de una lógica neoliberal hegemónica durante los años noventa.Teniendo en cuenta esta escena de nuestra actualidad, nuestro propósito es aportar a una fuerte intervención política –donde el campo intelectual, informativo, científico, artístico y político juega un rol de decisiva importancia– en el sentido de una democratización, profundización y renovación del campo de los grandes debates públicos. Estratégicamente se trata de sumar formas políticas que ayuden a fecundar una forma más amplia y participativa de debatir.Nos interesa pues encontrar alternativas emancipadoras en los lenguajes, en las formas de organización, en los modos de intervención en lo social desde el Estado y desde el llano, alternativas que puedan confrontar con las apetencias de los poderes conservadores y reactivos que resisten todo cambio real. Pero también que pueda discutir y proponer opciones conducentes con respecto a los no siempre felices modos de construcción política del propio gobierno democrático: a las ausencias de mediaciones imprescindibles, a las soledades enunciativas, a las políticas definidas sin la conveniente y necesaria participación de los ciudadanos. Una nueva época democrática, nacional y popular es una realidad de conflictos cotidianos, y precisa desplegar las voces en un vasto campo de lucha, confiar, alentar e interactuar.En este sentido, sentimos que las carencias que muchas veces muestra el Gobierno para enfocar y comprender los vínculos, indispensables, con campos sociales que no se componen exclusivamente por aquellos sectores a los que está acostumbrado a interpelar, no posibilitan generar una dinámica de encuentro y diálogo recreador de lo democrático-popular. Creemos indispensable señalar los límites y retrasos del Gobierno en aplicar políticas redistributivas de clara reforma social. Pero al mismo tiempo reconocemos y destacamos su indiscutible responsabilidad y firmeza al instalar tales cuestiones redistributivas como núcleo de los debates y de la acción política desde el poder real que ejerce y conduce al país (no desde la mera teoría), situando tal tema como centro neurálgico del conflicto contra sectores concentrados del poder económico.Todo lo expresado y resumido da pie a la necesidad de creación de un espacio político plural de debate que nos reúna y nos permita actuar colectivamente. Experiencia que se instituye como espacio de intercambio de ideas, tareas y proyectos, que aspira a formas concretas de encuentro, de reflexión, organización y acción democrática con el Gobierno y con organizaciones populares para trabajar mancomunadamente, sin perder como espacio autonomía ni identidad propia. Un espacio signado por la urgencia de la coyuntura, la vocación por la política y la perseverante pregunta por los modos contemporáneos de la emancipación.

Publicada el 15 de mayo de 2008 en Página/12

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