La industria anarquista
Los vecinos de Villa Mitre denuncian que empresas del Parque Industrial están contaminando la zona. La responsable es una cerámica, que tiene sus nueve chimeneas humeando toda la noche. El caso desnudó la total inoperancia de los organismos de control: sólo 3 de más de 70 empresas presentaron el Estudio de Impacto Ambiental, que figura entre los requisitos para instalarse en el lugar, donde gozan de todo tipo de exenciones impositivas.
Por Julio Quiroga
Ángela Godillo no da más. Tiene 68 años y vivió durante más de cuarenta y cuatro feliz en su casa de Villa Mitre, hasta que el Parque Industrial empezó a funcionar a pleno. Sobre la mesa de su cocina hay una caja de PRO AIR NASAL, medicamento que se aplica sobre las fosas nasales. Es la única forma que Ángela tiene para respirar. Peregrinó, durante seis meses, por cinco médicos, además de su hijo, que también es doctor, hasta que le encontraron lo que tenía. “Vomité durante tres meses, bajé quince kilos, mirame cómo estoy”, dice. “Yo tengo problemas con la garganta, los ojos. Y la tos… Acá hay chicos que tosen, todo el día tosen. Me dijeron que era alergia. Todos estamos perjudicados”, dice la mujer, con los ojos aún rojos, pese a los medicamentos.
El problema de Ángela es, en realidad, el problema de todo un barrio. Alguna vez, los que vivían en esta zona pensaron el lugar como “un segundo San Lorenzo”. Hasta que el Parque Industrial llegó. Villa Mitre, Floresta, Villa Juanita, Autódromo, El Jardín, todos estos barrios están contaminados por las fábricas. “Acá está muriendo gente de cáncer”, denuncia Ángela.
Efecto mariposa
El 10 de diciembre de 2008, el gobernador Juan Manuel Urtubey participó del acto de inauguración de la planta de Cerámica Alberdi, en el Parque Industrial Salta. Para la empresa santafesina, que tiene al ex senador Julio San Millán en uno de sus cargos directivos, la planta de Salta resultaba un punto estratégico para poder ampliarse en el norte argentino y países limítrofes, y prometía tener una capacidad de producción de 500.000 metros cuadrados por mes. “Salta encarna el ideal de progreso”, dijo el presidente de la Cerámica, Miguel Ángel Rapelli. Uno de los motivos esgrimidos por Rapelli para instalarse en Salta fue“la seguridad jurídica que la Provincia brinda a los inversores, quienes son los encargados de crear fuentes de trabajo.”
Urtubey, por su parte, hizo hincapié en la creación de puestos de trabajo (en ese momento, la planta contaba con 500 trabajadores, según se informó) y repitió que la creación de fuentes laborales se debía al “producto de las condiciones de previsibilidad productiva y estabilidad en la normativa jurídica de la Provincia, que está generando un marco de confianza para las inversiones.”
Nada se dijo, en ese acto, de los verdaderos motivos que suelen atraer a las empresas al Parque Industrial: las exenciones impositivas, y la total falta de control por parte del Estado. Esto último, imprescindible para poder armonizar esa creación de 500 puestos de trabajo con la no menos importante cuestión vinculada a la salud de miles de personas.
El 10 de diciembre de 2008, el gobernador Juan Manuel Urtubey participó del acto de inauguración de la planta de Cerámica Alberdi, en el Parque Industrial Salta. Para la empresa santafesina, que tiene al ex senador Julio San Millán en uno de sus cargos directivos, la planta de Salta resultaba un punto estratégico para poder ampliarse en el norte argentino y países limítrofes, y prometía tener una capacidad de producción de 500.000 metros cuadrados por mes. “Salta encarna el ideal de progreso”, dijo el presidente de la Cerámica, Miguel Ángel Rapelli. Uno de los motivos esgrimidos por Rapelli para instalarse en Salta fue“la seguridad jurídica que la Provincia brinda a los inversores, quienes son los encargados de crear fuentes de trabajo.”
Urtubey, por su parte, hizo hincapié en la creación de puestos de trabajo (en ese momento, la planta contaba con 500 trabajadores, según se informó) y repitió que la creación de fuentes laborales se debía al “producto de las condiciones de previsibilidad productiva y estabilidad en la normativa jurídica de la Provincia, que está generando un marco de confianza para las inversiones.”
Nada se dijo, en ese acto, de los verdaderos motivos que suelen atraer a las empresas al Parque Industrial: las exenciones impositivas, y la total falta de control por parte del Estado. Esto último, imprescindible para poder armonizar esa creación de 500 puestos de trabajo con la no menos importante cuestión vinculada a la salud de miles de personas.
Un país aparte
Según la misma reglamentación del Gobierno, son varios los requisitos para que una empresa se instale en el Parque Industrial. Primero, debe exhibir una carta de intención; después, presentar el Proyecto Técnico, en el cual se tiene que informar sobre la demanda de energía eléctrica, agua, gas, tipos de afluentes, personal a emplear, instalaciones, maquinarias, obras civiles, etc. El tercer paso es la entrega del Proyecto Económico. Allí, el interesado tiene que dar los siguientes datos: obtención de la materia prima, estudio de mercado, comercialización, costos, inversiones y financiamiento previsto para el desarrollo del proyecto.
El cuarto punto especifica que la empresa está obligada a hacer la Presentación de un Estudio de Impacto Ambiental, “que contenga residuos emitidos al aire, residuos evacuados en el agua, residuos introducidos al suelo, evacuación sanitaria, indicando el sistema de tratamientos de residuos y su costo estimado.”
Sin embargo, una investigación del periodista Maximiliano Rodríguez reveló que sólo tres empresas, de las más de 70 que operan en el Parque Industrial, tienen certificado de aptitud ambiental otorgado por la Municipalidad. Y Cerámica Alberdi no está entre esas tres. La denuncia de los vecinos por la contaminación desnudó no sólo la inoperancia de funcionarios municipales y provinciales, sino, y sobre todo, la impunidad con la que se manejan las empresas una vez que se han instalado en el lugar.
Sólo después de la presión mediática, el director de protección ciudadana, Eduardo Gandulfo, hizo algunas declaraciones que fueron lo más parecido a lavarse las manos. Y Nicolás Zenteno, a cargo provisoriamente de la Defensoría del Pueblo, sólo explicó que verificarán cuáles son las competencias municipales sobre el polo industrial y el daño ambiental que producen las empresas radicadas en ese lugar. “Hay algunas empresas que aún vuelcan sus desechos en el Río Arenales; por ello debemos hacer un estudio ambiental, para iniciar las acciones legales pertinentes y elaborar un plan de saneamiento del curso de agua el próximo año”, dijo Zenteno en una emisora local.
El que parece haber reaccionado, aunque sólo después de haber recibido el golpe, fue Pablo Brandán, subsecretario de Medio Ambiente. Al menos en las emisoras, aseguró que las 64 industrias que aún no presentaron los estudios de impacto ambiental ya están siendo notificadas para regularizar su situación en las próximas 72 horas. Y prometió que las empresas que no cumplan con este requisito, serán multadas y, de persistir en esa situación, procederían a su clausura.
Pero todo parece nada más que una cortina de humo para ganar tiempo: esperar, hasta que el tema deje de ser tratado por los medios, caiga en el olvido y dejar que las empresas sigan contaminando. Maximiliano Rodríguez, además, constató que los dichosos empleados trabajan sin máscaras, y que ni siquiera cuentan con las medidas de seguridad básicas para la labor.
Nueve son las chimeneas que Cerámica Alberdi utiliza para deshacerse de sus residuos. De día, prácticamente no se ve nada, y es que empiezan a trabajar a las 20, 20,30 hs, y siguen, sin parar, durante toda la noche. No hace falta ver las chimeneas para darse cuenta del trabajo de la cerámica. Los vecinos que están más cerca, además, la escuchan trabajar: “Hace un ruido espantoso, se siente como una tormenta que se acerca con viento y piedras”, relató un vecino.
Ángela Godillo no da más. Y no sabe qué hacer. Mudarse no es una opción: hace cuarenta y cuatro años que vive ahí, ¿por qué se va a tener que ir ella y se van a quedar los empresarios? Pero todo a su alrededor se va secando. “Yo salía a regar las plantitas de noche, porque esa es la mejor hora para cuidar el agua, que tanto escasea. Entonces, yo iba y le tiraba a las plantitas, sentía que me ardía la vista. Era una cosa como si vos aspirarías picante y te llega a toda la garganta. Yo digo Esto no puede ser, y miro para allá y veo humaredas, polvillos por todas partes. Lo de los muebles es desesperante”, dice. Las plantas, aunque las riega, se secan. Están tapadas de ese polvillo blanco (posiblemente cal), y lo mismo pasa con la perrita boxer que tiene: “Cada día más flaca, y eso que no sabés qué lindo que come”, se lamenta.
Por las noches, su casa es una prisión. Ni siquiera puede abrir las ventanas. Porque el olor es demasiado nauseabundo.
Según la misma reglamentación del Gobierno, son varios los requisitos para que una empresa se instale en el Parque Industrial. Primero, debe exhibir una carta de intención; después, presentar el Proyecto Técnico, en el cual se tiene que informar sobre la demanda de energía eléctrica, agua, gas, tipos de afluentes, personal a emplear, instalaciones, maquinarias, obras civiles, etc. El tercer paso es la entrega del Proyecto Económico. Allí, el interesado tiene que dar los siguientes datos: obtención de la materia prima, estudio de mercado, comercialización, costos, inversiones y financiamiento previsto para el desarrollo del proyecto.
El cuarto punto especifica que la empresa está obligada a hacer la Presentación de un Estudio de Impacto Ambiental, “que contenga residuos emitidos al aire, residuos evacuados en el agua, residuos introducidos al suelo, evacuación sanitaria, indicando el sistema de tratamientos de residuos y su costo estimado.”
Sin embargo, una investigación del periodista Maximiliano Rodríguez reveló que sólo tres empresas, de las más de 70 que operan en el Parque Industrial, tienen certificado de aptitud ambiental otorgado por la Municipalidad. Y Cerámica Alberdi no está entre esas tres. La denuncia de los vecinos por la contaminación desnudó no sólo la inoperancia de funcionarios municipales y provinciales, sino, y sobre todo, la impunidad con la que se manejan las empresas una vez que se han instalado en el lugar.
Sólo después de la presión mediática, el director de protección ciudadana, Eduardo Gandulfo, hizo algunas declaraciones que fueron lo más parecido a lavarse las manos. Y Nicolás Zenteno, a cargo provisoriamente de la Defensoría del Pueblo, sólo explicó que verificarán cuáles son las competencias municipales sobre el polo industrial y el daño ambiental que producen las empresas radicadas en ese lugar. “Hay algunas empresas que aún vuelcan sus desechos en el Río Arenales; por ello debemos hacer un estudio ambiental, para iniciar las acciones legales pertinentes y elaborar un plan de saneamiento del curso de agua el próximo año”, dijo Zenteno en una emisora local.
El que parece haber reaccionado, aunque sólo después de haber recibido el golpe, fue Pablo Brandán, subsecretario de Medio Ambiente. Al menos en las emisoras, aseguró que las 64 industrias que aún no presentaron los estudios de impacto ambiental ya están siendo notificadas para regularizar su situación en las próximas 72 horas. Y prometió que las empresas que no cumplan con este requisito, serán multadas y, de persistir en esa situación, procederían a su clausura.
Pero todo parece nada más que una cortina de humo para ganar tiempo: esperar, hasta que el tema deje de ser tratado por los medios, caiga en el olvido y dejar que las empresas sigan contaminando. Maximiliano Rodríguez, además, constató que los dichosos empleados trabajan sin máscaras, y que ni siquiera cuentan con las medidas de seguridad básicas para la labor.
Nueve son las chimeneas que Cerámica Alberdi utiliza para deshacerse de sus residuos. De día, prácticamente no se ve nada, y es que empiezan a trabajar a las 20, 20,30 hs, y siguen, sin parar, durante toda la noche. No hace falta ver las chimeneas para darse cuenta del trabajo de la cerámica. Los vecinos que están más cerca, además, la escuchan trabajar: “Hace un ruido espantoso, se siente como una tormenta que se acerca con viento y piedras”, relató un vecino.
Ángela Godillo no da más. Y no sabe qué hacer. Mudarse no es una opción: hace cuarenta y cuatro años que vive ahí, ¿por qué se va a tener que ir ella y se van a quedar los empresarios? Pero todo a su alrededor se va secando. “Yo salía a regar las plantitas de noche, porque esa es la mejor hora para cuidar el agua, que tanto escasea. Entonces, yo iba y le tiraba a las plantitas, sentía que me ardía la vista. Era una cosa como si vos aspirarías picante y te llega a toda la garganta. Yo digo Esto no puede ser, y miro para allá y veo humaredas, polvillos por todas partes. Lo de los muebles es desesperante”, dice. Las plantas, aunque las riega, se secan. Están tapadas de ese polvillo blanco (posiblemente cal), y lo mismo pasa con la perrita boxer que tiene: “Cada día más flaca, y eso que no sabés qué lindo que come”, se lamenta.
Por las noches, su casa es una prisión. Ni siquiera puede abrir las ventanas. Porque el olor es demasiado nauseabundo.
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