Por Daniel Avalos
Durante el último mes, la voz oficial viaja por las ondas radiofónicas de manera devastadora. Pareciera que la hora crucial del brazo propagandístico gubernamental hubiera llegado. Se la escucha en las principales radios de la provincia, vestida como vertiginoso informe de gestión. Escuchando el spot radial es muy difícil saber qué ha hecho el Gobierno. Y esto, por una razón muy sencilla: la información que allí se emite está tan monitoreadamente comprimida, que el dato que uno lucha por retener en la memoria es desplazado inmediatamente por otro, que luego es empujado por otro más y así sucesivamente. Sólo el final del spot se entiende perfectamente. Un extracto del discurso del Gobernador con el lema de la campaña de 2007 (“Nada ni nadie podrá detener este cambio”), seguido por una voz conmovedora que confirma que la predicción de hace dos años es hoy una realidad: “Dos años haciendo realidad la esperanza”. Lindo final. Encierra la idea de que alguien se ha ocupado, Urtubey, de que la posibilidad deseable, que vendría a ser el sueño colectivo de un cambio, venza a muchas otras posibilidades no deseadas.
Por supuesto que nos estamos refiriendo a enunciados y no a realidades palpables. Pero analizar este enunciado en particular resulta interesante. El auge propagandístico, en primer lugar, y su estilo, está siendo impulsado por alguien, y ese alguien, sostienen algunos, sería el nuevo gurú de Urtubey: Alberto Fernández. Convencido éste, como dice estarlo, de que el Gobernador de Salta es presidenciable, el ex Jefe de Gabinete de la Nación precisaría que las políticas comunicacionales adquieran una nueva dimensión. Hace poco, por ejemplo, el Grand Bourg firmó un convenio con la prestigiosa Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), a fin de que ésta coordine y monitoree “las acciones de prensa que se refieren a las actividades de la Gobernación en el ámbito nacional” (Elintransigente.com). Alberto Fernández, lo sabemos, no es un experto comunicacional, pero sabe de la importancia que los medios tienen en la política actual en la búsqueda de potenciar y/o fortalecer la adhesión de la población a un personaje. Puede que ello explique la nueva impronta de la publicidad oficial en el ámbito provincial. Una impronta posmoderna que, hasta hace poco, los expertos comunicacionales del Grand Bourg no le habían impreso. Los spot de hoy son más metropolitanos, menos telúricos, y hasta puede que menos toscos. Imaginemos, por un momento, la discusión entre los expertos. Los telúricos, defendiendo la noción de que la clave para que el mensaje radiofónico penetre en la conciencia de los radioescuchas es que el mismo debería partir del marco cultural de los salteños, que no es metropolitano. Los expertos metropolitanos, por el contrario, dirían que no, que el marco cultural de los salteños hace rato que abandonó el telurismo y es abiertamente metropolitano, a raíz de la globalización de los mismísimos gustos sonoros. Confesemos, algunos creemos que los metropolitanos tienen razón.
El resultado es el spot mencionado. Una propaganda kitsch, que busca el impacto y no la reflexión, y que responde, puntillosamente, a las leyes de hierro que atraviesan hoy al mensaje visual y sonoro. Repasemos: exagerada acumulación de la información, al punto paradójico de que nada informa. El realmente interesado en descifrar lo que ese spot informa debería grabarlo, luego desgrabarlo y finalmente someter el mensaje al análisis, lo cual difícilmente haga un radioescucha promedio. Y el detalle es importante, porque ese mensaje está dirigido a nosotros, lo cual indica que el publicista posee una interpretación de cómo somos, es decir que ya estamos interpretados: seres de concentración corta, con déficit atencional, y de ahí la necesidad de apabullarnos con datos que, en vez de ser pasibles de análisis (algo que en realidad los publicistas creen que no nos importa), respondan mejor a una particular estética. Tal vez por ello las pequeñas unidades de tiempo silenciosas no existen en esos spot, silencios que siempre se asocian al procesamiento de la información que recibimos, a fin de organizarla y valorizarla como buena o mala. Pero nada de eso podemos hacer con la propaganda radiofónica actual, salvo saber que algo ha ocurrido, aunque no sepamos a quién ha beneficiado y a quién no. Otro detalle importante, justamente, porque la principal crítica que ha recibido este gobierno es que no ha tenido gestión. Si los spot intentan ser una respuesta a eso, puede que Michel Foucault tenga razón y que por ello debamos alegrarnos. Porque si todo este dinero es gastado desde el Poder para emplearlo en técnicas comunicacionales sofisticadas, es porque primero ha existido una insubordinación de seres que no creen lo que el Poder ha intentado hacer creer de sí mismo. Porque los hombres son libres, el Poder pretende alienarlos, estudiándolos con expertos de la FLACSO o de otros institutos de investigación, para ver cómo son, para saber por qué se insubordinan, para así intentar, en última instancia, terminar con el subversivo potencial. Hay intentos de alienación porque primero hay libertad.
Por supuesto que nos estamos refiriendo a enunciados y no a realidades palpables. Pero analizar este enunciado en particular resulta interesante. El auge propagandístico, en primer lugar, y su estilo, está siendo impulsado por alguien, y ese alguien, sostienen algunos, sería el nuevo gurú de Urtubey: Alberto Fernández. Convencido éste, como dice estarlo, de que el Gobernador de Salta es presidenciable, el ex Jefe de Gabinete de la Nación precisaría que las políticas comunicacionales adquieran una nueva dimensión. Hace poco, por ejemplo, el Grand Bourg firmó un convenio con la prestigiosa Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), a fin de que ésta coordine y monitoree “las acciones de prensa que se refieren a las actividades de la Gobernación en el ámbito nacional” (Elintransigente.com). Alberto Fernández, lo sabemos, no es un experto comunicacional, pero sabe de la importancia que los medios tienen en la política actual en la búsqueda de potenciar y/o fortalecer la adhesión de la población a un personaje. Puede que ello explique la nueva impronta de la publicidad oficial en el ámbito provincial. Una impronta posmoderna que, hasta hace poco, los expertos comunicacionales del Grand Bourg no le habían impreso. Los spot de hoy son más metropolitanos, menos telúricos, y hasta puede que menos toscos. Imaginemos, por un momento, la discusión entre los expertos. Los telúricos, defendiendo la noción de que la clave para que el mensaje radiofónico penetre en la conciencia de los radioescuchas es que el mismo debería partir del marco cultural de los salteños, que no es metropolitano. Los expertos metropolitanos, por el contrario, dirían que no, que el marco cultural de los salteños hace rato que abandonó el telurismo y es abiertamente metropolitano, a raíz de la globalización de los mismísimos gustos sonoros. Confesemos, algunos creemos que los metropolitanos tienen razón.
El resultado es el spot mencionado. Una propaganda kitsch, que busca el impacto y no la reflexión, y que responde, puntillosamente, a las leyes de hierro que atraviesan hoy al mensaje visual y sonoro. Repasemos: exagerada acumulación de la información, al punto paradójico de que nada informa. El realmente interesado en descifrar lo que ese spot informa debería grabarlo, luego desgrabarlo y finalmente someter el mensaje al análisis, lo cual difícilmente haga un radioescucha promedio. Y el detalle es importante, porque ese mensaje está dirigido a nosotros, lo cual indica que el publicista posee una interpretación de cómo somos, es decir que ya estamos interpretados: seres de concentración corta, con déficit atencional, y de ahí la necesidad de apabullarnos con datos que, en vez de ser pasibles de análisis (algo que en realidad los publicistas creen que no nos importa), respondan mejor a una particular estética. Tal vez por ello las pequeñas unidades de tiempo silenciosas no existen en esos spot, silencios que siempre se asocian al procesamiento de la información que recibimos, a fin de organizarla y valorizarla como buena o mala. Pero nada de eso podemos hacer con la propaganda radiofónica actual, salvo saber que algo ha ocurrido, aunque no sepamos a quién ha beneficiado y a quién no. Otro detalle importante, justamente, porque la principal crítica que ha recibido este gobierno es que no ha tenido gestión. Si los spot intentan ser una respuesta a eso, puede que Michel Foucault tenga razón y que por ello debamos alegrarnos. Porque si todo este dinero es gastado desde el Poder para emplearlo en técnicas comunicacionales sofisticadas, es porque primero ha existido una insubordinación de seres que no creen lo que el Poder ha intentado hacer creer de sí mismo. Porque los hombres son libres, el Poder pretende alienarlos, estudiándolos con expertos de la FLACSO o de otros institutos de investigación, para ver cómo son, para saber por qué se insubordinan, para así intentar, en última instancia, terminar con el subversivo potencial. Hay intentos de alienación porque primero hay libertad.
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