martes, 27 de mayo de 2008

Nace el ISEPCI en Salta

El Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana es el resultado de la síntesis de diversas experiencias colectivas de construcción de conocimiento social que confluyen en un cuerpo de objetivos compartidos. En esta oportunidad se presentará el lanzamiento oficial del Instituto en Salta, que a su vez posee decenas de regionales en todo el país.

El objetivo fundamental del Instituto se puede resumir en generar producción científica y teórica en el campo de las ciencias sociales, aportando al desarrollo del país y a la formación académica de investigadores y estudiantes, para el crecimiento continuo de la investigación social y económica en el país.

Las actividades del Instituto están concebidas en pos de aquellos sectores de la sociedad con diferentes niveles de intervención en torno a políticas ciudadanas (organizaciones sociales, sindicales, estudiantiles, no gubernamentales, asociaciones y federaciones sectoriales, etc.), mientras que, por otro lado, están destinadas a quienes se vinculan con la investigación científica y las prácticas técnicas y tecnológicas (estudiantes de grado y posgrado, investigadores, profesionales, docentes, etc.)

Historial del ISEPCI

En el historial del Instituto se encuentran actividades como:

* Cátedra Nacional Latinoamericana, un proyecto que, bajo la forma de seminarios o cátedras se orientó a la comprensión de la historia y el presente latinoamericanos con un sentido integrador.

* Cátedras bolivarianas, desarrolladas en la Universidad Popular de Madres de Plaza de Mayo y en la Universidad Nacional de Cuyo, planificadas en el ámbito de la organización social Congreso Bolivariano de los Pueblos, y cuyo objetivo se centró en el desarrollo de los valores de la integración regional latinoamericana.

* Escuelas de Ciudadanía, llevadas a cabo con el Centro Nueva Tierra (desarrollada en el interior de Tucumán).

Durante 2008 se desarrollará en Salta:

*La Cátedra de Pensamiento Latinoamericano que girará alrededor sobre el nuevo escenario político y social de nuestro continente y el debate sobre la Ley de Educación Superior y los 90 años de la Reforma Universitaria.

*Seminarios y cursos de posgrados.

*Planificación y organización de Centro de Estudios sobre la cultura política en los 60 y 70

*Programas de Investigación socio-económicas sobre la historia reciente de la provincia de Salta

SE PRESENTÓ EL ISEPCI (Instituto de Investigación social, Económica y Política Ciudadana) EN SALTA

El viernes 16 de Mayo en el Salón Multimedia de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de Salta se realizó el lanzamiento del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (ISEPCI). En el acto estuvieron presentes el Dr. Gonzalo Barciela, Director Nacional del ISEPCI, la Ingeniera Stella Pérez de Bianchi, Rectora de la UNSa, Daniel Escotorín y Daniel Avalos, por el ISEPCI Salta, y Gerardo Bavio, representante de ISEPCI en Tucumán como invitado especial. El evento articuló la firma de un convenio de colaboración entre el Instituto y la Universidad Nacional de Salta, al que siguió el panel debate “Pasado y presente de la Reforma Universitaria. Desafíos de la Universidad Latinoamericana”. Una vez firmado el convenio, el Dr. Gonzalo Barciela recalcó el crecimiento del ISEPCI en materia de ciencias sociales, además de haber logrado “fortalecer ámbitos de participación que excedan lo académico y contribuyan a que el conocimiento sea una herramienta más de transformación en un proyecto de país que nos integre a todos.” Por su parte, la Rectora de la Universidad Nacional de Salta aprovechó la ocasión para recordar los estatutos fundacionales de la Universidad Nacional de Salta y su compromiso con las necesidades regionales. Por último, los representantes del ISEPCI Salta, Daniel Avalos y Daniel Escotorín, realizaron una breve reseña de cuáles son las actividades que cumplirá la institución, consistentes en llegar a aquellos sectores de la sociedad con diferentes niveles de intervención en lo que respecta a políticas ciudadanas (organizaciones sociales, sindicales, estudiantiles, no gubernamentales, asociaciones y federaciones sectoriales, etc.) y, por otro lado, a quienes desde distintos lugares se vinculan con la investigación científica y las prácticas técnicas y tecnológicas (estudiantes de grado y postgrado, investigadores, profesionales, docentes, etc.). A continuación reproducimos las palabras de quienes participaron en este lanzamiento:

Palabras de Daniel Escotorin, ISEPCI Salta


Buenas tardes a todos los presentes. En nombre del ISEPCI Salta, quería decir unas breves palabras y presentar algunos bosquejos, y explicar en qué marco estamos hoy iniciando este trabajo, este proyecto en nuestra provincia y sobre todo en el marco de este convenio con la UNSa. A lo largo de los últimos años, quienes hemos pasado por esta universidad habíamos observado cómo, sobre todo en la década del noventa, se había producido un enorme vacío en esa vinculación necesaria, obligatoria, entre la universidad y la sociedad, entre la universidad y las demandas de los distintos sectores sociales, y sobre todo aquellos sectores más postergados, en función de un proyecto integrador y que, de alguna manera, ponga al servicio de la sociedad la difusión sobre la utilidad de la producción del conocimiento. Este diagnóstico que, lamentablemente, fue reiterándose año tras año, nos llevó a tomar distintas iniciativas de tipo particulares, con distintos sectores, con compañeros, amigos, gente que sentíamos esta inquietud de cubrir este vacío existente. Sobre todo porque la sociedad estaba demandando qué hacer, cómo hacer, con qué herramientas contábamos para tener un conocimiento más profundo de nuestra sociedad. Hoy, en virtud de esta renovación que se ha ido produciendo en distintos estratos de nuestra sociedad, y por su puesto y menos mal que la universidad no escapa a ello, es que hoy tenemos esta posibilidad de iniciar este convenio y esta aventura de vincular a la universidad con los sectores populares, con las organizaciones populares. Yo mismo provengo de una organización sindical, de una sociedad de trabajadores, que fuertemente nos ha demandado siempre distintas cuestiones relacionadas con la técnica, con la producción de conocimientos. Entonces, por eso, hoy, esta necesidad de que el ISEPCI, junto con la Universidad Nacional de Salta, pongamos en función y al servicio de la sociedad estas herramientas de investigación, de conocimiento, de debate, de reflexión. Quiero decir que, básicamente, en Salta estamos partiendo casi desde cero, porque necesitamos saber cómo está compuesta nuestra estructura social en la provincia de Salta. Este es uno de los módulos de investigación con el cual pensamos iniciar nuestro trabajo y en el que ya estamos trabajando. El otro módulo tiene que ver con algo que también nos referencia, puesto que la mayoría provenimos de humanidades, y más específicamente de la carrera de Historia, algo que confiamos vamos a cambiar dentro de poco sumando a practicantes de otras disciplinas, y que es un archivo de la memoria. Tengo el gusto también de contar aquí a mi lado con el Ingeniero Gerardo Bavio, que fue intendente de la ciudad de Salta en los años setenta y que hoy forma parte del ISEPCI de Tucumán y que tiene mucho para decirnos, no solamente sobre ese pasado sino también sobre este presente. Recordar también que a partir de esta semana empieza a funcionar todos los días jueves la Cátedra Popular o la Cátedra Abierta Georgina Droz, que es un sincero homenaje a quien fue docente de la UNSa y que fue una de las promotoras del gremio de ADIUNSA, y que fue también la promotora para que la universidad se abra a aquellos sectores que no podían ingresar por cuestiones culturales, económicas, etcétera, etcétera. Y ponemos también a partir de allí, al servicio de los estudiantes, todo un espacio de formación, de reflexión sobre nuestra realidad, de nuestro presente y de nuestro pasado. Esto por lo que estamos hoy aquí nosotros y, bueno, darles la bienvenida y esperar su participación en las cátedras. Muchas gracias.

Palabras de la Rectora de la Universidad Nacional de Salta, Ing. Stella Maris Pérez de Bianchi


Yo voy a tratar de dar mi aporte respecto de este tema de la ley. Más allá de los principios que ustedes han explicado de la reforma, creo que hay una coincidencia quizás en que en este momento no se ve esa movilización del estudiantado, cosa que es relativamente cierta. Pero también los momentos son diferentes. No quiero hacer un debate sobre la reforma pero, indudablemente, la enseñanza clerical de la época del ‘18 es totalmente distinta a la actual. Y volviendo a lo actual, creo que es interesante destacar cuál es la Ley de Educación Superior que hoy nos rige, y en qué sentido habría que cambiarla. La Ley de Educación Superior actual, que es del año 96, es el resultado de la reforma de la Constitución del año 1994, que establece, en algunos de sus artículos, que en esta cuestión de la enseñanza, incluyendo la universitaria, debe primar la gratuidad y la equidad. Cuando uno lee equidad y gratuidad, gratuidad con equidad, bueno, ve la combinación de dos términos muy buenos, que se supone que deben potenciarse y significar que la enseñanza es gratuita y que la equidad representará que habrá algún mecanismo para garantizar esa equidad para aquellos que no pueden acceder a los estudios, sobre todo a los universitarios. Y si bien hay un grupo de constitucionalistas que así lo interpretaron, bueno, ese grupo de constitucionalistas, aparentemente, a posteriori, ese grupo no tuvo poder. Y entonces la interpretación de gratuidad y equidad pasó por la de los constitucionalistas como Eduardo Menem o Dromi, quienes sostuvieron que gratuidad y equidad significaban que la enseñanza era gratuita y, para facilitar o favorecer la equidad, debían pagar aquellos que tuvieran plata para poder darles becas a los que no la tuvieran. Y con esto, nuevamente, una clara demostración del desentendimiento del Estado respecto de la educación superior. Desentendimiento que primó, obviamente, durante toda esa época, o que se sintió muy fuertemente en los noventa, y que influyó muy negativamente sobre la educación universitaria, porque además esa Ley de Educación Superior, que nace con ese principio, que eso es lo fuerte de la ley, creo que eso lo simboliza mucho. Tiene como ochenta artículos, es absolutamente reglamentarista, pero la fuerza, toda la ley subyace allí: que pague el que tiene para darle becas al que no tiene, con lo que significa, obviamente, la imposibilidad del acceso a los sectores populares a la enseñanza superior e, inclusive, de los sectores medios. La ley, por otro lado, esto lo marca claramente en dos pautas más que marcan esa cuestión del desentendimiento del Estado. En otro artículo establece que las universidades podrán fijar salarios: salarios de docentes, salarios de trabajadores no docentes, de personal de apoyo universitario. Indudablemente, esto significa que el presupuesto que establece la ley para mantener las universidades nacionales es un subsidio, con lo cual las universidades podrán distribuir ese subsidio hacia su interior, pero que inclusive el salario lo podrán fijar. Esto significa que se inició una fuerte fragmentación hacia el interior de las universidades, además, acompañadas de un escaso subsidio (porque no es presupuesto, es subsidio), para sobrevivir, instala al interior de cada universidad la puja salarial, cosa que indudablemente, desde mi punto de vista, es muy grave. Para los menemistas esto es dar una fuerte autonomía a las universidades. Es decir, esta concepción del Estado que se desentiende de la educación para ellos es reforzar la autonomía. Y el otro componente muy fuerte que tiene la ley es la famosa creación de la CONEAU, la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria, que más allá de que haya acreditación y evaluación, hoy el mundo universitario occidental existe en todas las universidades, puede ser que se instale, que esté, que se instaló. Pero viene acompañado, el artículo 42 y 43 de la ley, que habla de este tema de la acreditación, de las carreras de interés público, la acreditación obligatoria y de los alcances de los títulos excluyente, va acompañado de un artículo 76, o sea que es difícil encontrarlo rápidamente cuando uno lee la ley, que dice que las carreras que sean declaradas de interés público y que su evaluación no acredite las pautas mínimas, se podrá cerrar la matrícula. Este artículo 76 posiblemente sea el más peligroso, y además está tan alejado del 43 que casi ni se lo encuentra. Al establecer la declaración obligatoria de algunas carreras de interés público, y aquellas carreras serán las que tengan que ver sus profesionales con actividades de la importancia de afectar a la salud de los habitantes, el ambiente y demás, bueno, cualquiera que piense cuál es la carrera de interés público dice la Medicina, sin duda, es una carrera que afecta a toda la sociedad. Y entonces sí comienzan las acreditaciones de la carrera de Medicina y, bueno, ocho universidades públicas con Medicina, es una carrera que está en muy pocas universidades por razones de su costo, obviamente. Pero esto avanza, y como ese mismo artículo dice que cuando se declara un título de interés, los alcances del título son excluyentes para ese título comienza la puja de las corporaciones profesionales, y entonces esa puja de corporaciones hace que hoy prácticamente todas las corporaciones hayan pedido que su carrera, su título sea de interés público. Todas las ingenierías, la arquitectura, la veterinaria, la agronomía, la geología, la abogacía. Lo cual dijimos que es un buen antecedente, porque si todas siguen pujando por ser de interés público, porque esto lo estamos pidiendo, que todas sean de interés público, es imposible que un organismo de acreditación las pueda evaluar, así que por allí ayudamos a que esto se empiece a diluir o a desaparecer pujando por que todas sean de interés público. Y hoy es bastante lamentable ver cómo las corporaciones se están peleando en el consejo de universidades, que es el órgano que coordina estas cosas, peleando de una manera increíble. Hoy se están peleando los ingenieros agrimensores contra los ingenieros civiles, los bromatólogos contra los veterinarios…Hay una puja que indudablemente habla de un nuevo sistema universitario con muchas características, desde mi punto de vista, muy negativas, porque, bueno, junto con estos procesos se fue alentando en el sistema universitario argentino, con estas políticas neoliberales, la profesionalización de los estudios universitarios, es decir la universidad al servicio de la formación de profesionales, dejando de lado la universidad del pensamiento, de la reflexión, de las humanísticas, de las sociales, de todas estas asignaturas o disciplinas que, indudablemente, no son las de las profesiones liberales. Esto alentó y favoreció muchísimo la Ley de Educación Superior vigente. La otra característica de la ley vigente es una alta injerencia del Poder Ejecutivo, porque la ley establece que las universidades deben adecuar en plazos perentorios los estatutos a la nueva ley, y los estatutos tienen que ir al Ministerio de Educación, quien los tiene que aceptar, en definitiva. Caso de la Universidad Nacional de Salta, como muchas universidades. La mayoría, en este momento, en el 96, escriben en su estatuto que los estudios de grado son gratuitos. O sea Salta, la UNSa, establece la gratuidad de sus estudios de grado. Cuando ese estatuto va al Ministerio es observado y rechazado. Eso le pasó prácticamente a todas las universidades públicas. Cuando el estatuto es rechazado, la universidad se presenta a la Justicia. En ese momento de auge del 96 al 98, las universidades que se presentan a la Justicia plantean la inconstitucionalidad de la Ley de Educación Superior por afectar, justamente, la autonomía universitaria y esta concepción o percepción de la gratuidad con equidad. La Corte adicta del momento rechaza todas las presentaciones de las universidades públicas. Rechaza primero a Córdoba, luego al resto. Se salvó la UBA por otro tema, y así que estamos con todos los estatutos observados. La Universidad Nacional de Salta no volvió a convocar a asamblea, como era la obligación supuesta establecida por la ley para modificar el estatuto, porque mientras esta cuestión existe, nadie se va a arriesgar a que una asamblea loca, difícil pero probable, diga “Hay que cumplir con la ley, hay que adecuar el estatuto”. Nosotros dijimos “nosotros no vamos a adecuar el estatuto, ni vamos a llamar una asamblea”, para nada, si está latente el peligro de que la enseñanza de grado pueda ser arancelada, si esta es la puerta última que nos queda para defender, en el marco de la actual ley. No tocar el estatuto de la Universidad Nacional de Salta, porque dice que los estudios son gratuitos, a pesar de que está observado. Después esto paso y se tranquilizaron un poco las aguas en cuanto a la injerencia del Poder Ejecutivo con el debilitamiento del menemismo, después se fue, y entonces, un poco, la situación política fue cambiando. Hoy tenemos una muy buena noticia que estábamos esperando los rectores, porque habían quedado dos universidades, la Universidad de General Sarmiento y la Universidad de La Plata con reclamos ante la Corte Suprema, fundamentalmente por la gratuidad de la enseñanza. Hace quince días, o diez, la nueva Corte…Digamos, la Corte anterior citó jurisprudencia, los estudios de grado pueden ser arancelados, esto ya está y es jurisprudencia de Corte. La Corte actual, ante el reclamo de La Plata y Sarmiento fija una nueva jurisprudencia y dice, más o menos, que en el marco de una nueva autonomía universitaria, la universidad puede establecer que los estudios son gratuitos, porque la interpretación que toma de gratuidad y equidad no es la de estos dos constitucionalistas que les decía al principio, sino del otro sector de constitucionalistas, entre ellos Jesús Rodríguez, que lo toma con mucha fuerza. Ese es el fallo de la Corte. Así que se abre un camino positivo, muy positivo en este sentido. El sistema universitario lo ha recibido con un gran placer al fallo de la nueva Corte. Y lo último, para terminar con esto y abrir un poco las preguntas, es que el Poder Ejecutivo, desde que estaba el ministro Filmus, nos había anunciado que le faltaba una tercera ley para modificar de las que había propuesto, que había sido la Ley Federal de Educación, la de enseñanza técnica y la de educación superior. La de educación superior no llegó a las cámaras en la gestión de Filmus y sí va a llegar a las cámaras en la gestión del ministro Tedesco. Para lo cual las Cámaras están trabajando un poco, fundamentalmente se está moviendo la presidenta de la comisión de educación de diputados, la diputada Adriana Puigrós, está comenzando todos los contactos, hizo contacto con FUA, hizo contacto con el CIN y con otras instituciones. Inclusive anunció la visita a universidades del interior para concentrarse desde algunas universidades a hacer un poco de debate, reunirse con los rectores de la región y consultar a las comunidades universitarias. Más allá de eso, creo que lo concreto es que quien va a presentar el proyecto de ley es el Poder Ejecutivo. Digamos que el Poder Ejecutivo lo va a poder estar planteando, si mantiene la postura del ministro Filmus apostando a la gratuidad de la enseñanza…Acá hay un dato histórico, la gratuidad de la enseñanza se estableció en la Argentina, la gratuidad de los estudios universitarios es del 51 ó 52, durante el gobierno peronista, por lo tanto es un principio peronista la gratuidad de la enseñanza, que esperemos que se sostenga, así lo anunciaron en su momento. Y por otro lado el Consejo Interuniversitario Nacional, que nuclea a todos los rectores, el CIN, preparó un primer documento que se llama “Lineamientos para una Ley de Educación Superior”, donde creo que lo más importante, y con esto termino, es que se establece, en este documento breve, la interpretación de que la educación superior es un derecho humano y un bien público. Y esto refleja o contiene todo el sentido de lo que significa la gratuidad de la enseñanza de grado, los principios de la autonomía universitaria, el cogobierno y la representación. Así que, bueno, esto es un poco la síntesis de lo que está ocurriendo en este momento.

Palabras de Gonzalo Barciela ISEPCI-Buenos Aires


Voy a retomar un poco lo que dijo Daniel y voy a ser breve, así le dejamos la palabra a la señora Rectora. Básicamente, recuperar la pregunta sobre qué es un intelectual. Roberto Carri, fundador de las Cátedras Nacionales, junto con otros compañeros en la Universidad de Buenos Aires, decía, en el año 1968, que la única manera de no caer en el formalismo teórico es poner en el primer plano la acción política. El vínculo entre política y saber tiene que ser revisitado, tiene que ser sujeto y sometido a crítica, porque muchas veces el conocimiento es confundido no sólo como una guía, sino como el criterio de verdad y de rectitud de la acción. Y muchas veces, también, para eso que muchos compañeros llaman el “escepticismo ilustrado”. Y esto tiene que ver con los vínculos entre lo que decía recién Daniel del movimiento de la reforma universitaria y los alcances histórico-políticos de este acontecimiento. Porque de la reforma universitaria no surgieron tan sólo académicos de renombre, grandes teóricos, sino también líderes políticos que entendían que el nervio histórico de una situación pasa por el sujeto que transita esa secuencia histórico-social. Por ejemplo, Raúl Haya de la Torre fue protagonista de la reforma en Perú y fundador del APRA. El aprismo, con su vocación antiimperialista marcó durante mucho tiempo la historia del Perú. Mariátegui, José Carlos Mariátegui, renovó, y de alguna manera lo podemos considerar el primer pensador marxista de una gran originalidad que rompió ese “marxismo perezoso”, como decía Sartre, que sólo entendía que era un método que debía aplicarse con su validez para todo tiempo y lugar. Mariátegui impugnó decididamente esa idea de un método aséptico y entendió que el marxismo como tal debía transformarse y vincularse con el radicalismo político del movimiento social peruano. De allí que él dijo que el socialismo peruano no debía ser ni calco ni copia, sino una creación heroica. Mariátegui, en El hombre y el mito, también decía que la burguesía, las clases dominantes, cometían un error, al criticar al movimiento revolucionario latinoamericano. ¿Por qué? Porque las burguesías impugnaban y realizaban una crítica racionalista del método marxista, de su filosofía de la historia. Y lo que decía Mariátegui es que, en realidad, la fuerza de todo movimiento de transformación y de cambio social radicaba en su fe y en su pasión, no en su método. Y en tiempos históricos, lo que nosotros vemos es que la figura del intelectual no se reduce a su particularidad, es decir a poder situarlo en la estratificación social y decir que proviene de los sectores medios y demás. En realidad, cuando lo histórico nos interpela con fuerza, no nos llama como intelectuales, estudiantes, trabajadores, sino que nos llama como comprendidos en un movimiento histórico mayor y que nos supera, pero del cual formamos parte, al que somos llamados. Y que en eso debemos dejar de ser algo para ser otra cosa. Sartre siempre decía algo, Jean Paul Sartre, él decía “No nos convertimos en lo que somos sino mediante la negación íntima y radical de lo que han hecho de nosotros”. Es decir que el intelectual, como tal, debe ir más allá de su condición, debe ir al encuentro de otra cosa, no debe acercarse a lo histórico desde aquel que brinda solamente herramientas para conocer mejor, sino que es parte integrante de esa praxis histórica. Eso era lo que Rodolfo Walsh, hace ya cuarenta años, el primero de mayo en la Confederación General del Trabajo de los argentinos, en el año 1968, en uno de los párrafos de esa proclama, él define, para mí, cuál es la condición política del intelectual, cuál es su rol en un proceso histórico, y que esa definición no funciona solamente en un contexto histórico particular, sino que, de alguna manera, opera como un mandato imperecedero, o sea que transita más allá de un determinado periodo histórico. Y ahí, Rodolfo Walsh dijo: “El intelectual que no comprende lo que pasa en su tiempo y en su época es una contradicción andante; y el que, comprendiendo, no actúa, tendrá un lugar en la antología del llanto, no en la historia viva de su tierra”.

Palabras de Gerardo Bavio, ISEPCI-Tucumán y ex Intendente de la Ciudad de Salta durante el gobierno del desaparecido ex Gobernador Miguel Ragone


Gracias a ustedes, gracias a la Universidad Nacional de Salta, y gracias también a la gente que está dirigiendo esta Universidad, a la Rectora, Stella Maris Pérez de Bianchi, que realmente está impulsando una transformación evidente en la Universidad que desearíamos que ocurriera en otras universidades. Que esto sea un ejemplo de ello. Creo que este hecho de firmar un convenio con el ISEPCI, que es un instituto que se propone la investigación para el conocimiento de la realidad social, política, económica del país, como base para su transformación, es un síntoma de lo que siempre se viene diciendo, o es un paso adelante hacia cumplir ese rol fundamental que debe tener la universidad y que se sintetiza con esa integración entre docencia, investigación y extensión universitaria, que siempre se dice pero a veces no se cumple. Este es un paso más en esa integración. En el hecho de que la universidad se vincule al medio social, al medio ideológico, político, que forma parte de esta sociedad actual, nosotros todos nos sentimos comprometidos a transformar. El conocimiento significa transformación de la realidad. Investigar, no para que se reproduzca una realidad que asume, muchas veces, injusticia, postergación, como ha sucedido tantas veces en este país, sino que significa su transformación, vuelvo a repetir esa palabra. Cada sector universitario tiene que plantearse su objetivo como objeto de transformación económica, política y social, en el sentido progresista, con un sentido de justicia social, de independencia y de progreso en todos los ámbitos. La juventud ha jugado un papel importantísimo en esto. Recordemos que, justamente, se cumplen noventa años de aquella reforma universitaria del ‘18 en Córdoba, un impulso que se frustró a través de todo el siglo, prácticamente. Porque las universidades argentinas han sufrido durante todo ese siglo y eso hay que profundizar y analizar cuáles son los factores de poder que han influido para la frustración de esos impulsos del ‘18, que fueron tantos golpes militares que sufrió este país, o semi-democracias fraudulentas, con fuerzas conservadoras dirigiendo todo el país. Todo eso ha repercutido negativamente en la universidad. Muchas veces, universidades del exterior han avanzado mucho más, en México, en otras naciones. Se cumplen cuarenta años también de aquella manifestación magnífica de estudiantes en París, en el Mayo Francés del ‘68. Otro ejemplo que merece estudiarse en su profundidad y en su complejidad. Y, bueno, todo eso nos tiene que motivar. No solamente estamos hablando del tema universitario, porque creo que eso es fundamental en este momento tocarlo, y sobre todo en la universidad y con la juventud. Pero en todos los otros órdenes, el tema social, el tema del trabajo, el movimiento obrero…Eso es para nosotros un objetivo fundamental del ISEPCI. Bueno, yo quiero relatar muy brevemente lo que estamos haciendo en Tucumán. Hemos hecho muchos actos interesantes, y uno de ellos ha sido la Cátedra de Pensamiento Latinoamericano, que se hizo con la Universidad de Tucumán. También tuvo lugar una mesa panel, un encuentro con estudiantes sobre el tema agrario, que ahora está tan en primera plana, para tratar de profundizar y ver cuáles son las fuerzas que se están moviendo, económicas y políticas, en este conflicto. Y no quedarse en eso, ¿no? Sino quedarse en cómo se profundiza un país distinto; cuando se habla de un país distinto, se habla de un proyecto de país. Y yo creo que ese es uno de los desafíos también del ISEPCI. No es solamente conocer, sino cómo hacer para construir un poder y un país diferente, un país con justicia social y progreso. Y a eso tenemos que aportar. Si hay críticas que se han manifestado, y yo creo que con bastante fundamento, contra la política del gobierno, es porque no está claro un proyecto, un proyecto nacional. Hay deficiencias en ese sentido, hay que avanzar. El ISEPCI se propone, justamente, cubrir esos vacíos para que se sepa adónde se encamina. No es cuestión de defender solamente las retenciones, hay que defenderlas por varias razones que están en el conocimiento de todos ustedes, pero eso no agota la transformación del país, hay que profundizarlo, hay que tener un proyecto agrario para el país y un proyecto industrial, etcétera. Y el ISEPCI tiene que volcarse a esto. Otro elemento importante que se está haciendo en Tucumán ahora y en que está participando el ISEPCI es la preparatoria de la Cumbre de los Pueblos, porque el 30 de junio y el 1º de julio se va a desarrollar la Cumbre del Mercosur, donde van a estar todos los presidentes del Mercosur en Tucumán. Dos días antes, o sea el 28 y 29 de junio, se va a desarrollar la Cumbre de los Pueblos, en donde estamos ya preparando todo un movimiento económico, social, político que plantee salidas, que plantee proyectos, para eso que se llama “el proyecto del siglo veintiuno”, el “socialismo del siglo veintiuno”, como decimos a veces. Todo esto hay que ir haciéndolo avanzar. Y ese es el tema que, de alguna manera, veo que acá, en la Universidad Nacional de Salta, toda la juventud, los profesores, los docentes y los que la dirigen están encaminados en apoyar todo esto y que, bueno, desde este espacio del ISEPCI, avancemos en el conocimiento del país y su realidad. Nada más.

Palabras de Daniel Avalos, ISEPCI-Salta

Me toca a mí revisar la historia del movimiento estudiantil, hacer referencia a eso de lo que habló Gerardo sobre la Reforma. Pero antes de eso es imprescindible para mí agradecer públicamente a la Rectora, porque desde hace un mes y medio que estamos reuniéndonos por el tema del convenio, trabajando en estos detalles que son muy importantes y la predisposición ha sido fantástica, las puertas siempre abiertas, como en mi época de estudiante no lo había experimentado, más allá de que tenía, en ese entonces, una militancia estudiantil. Realmente es muy grato poder conversar con la Rectora sobre estas cosas, siempre tirando ideas, proyectos, ideas que ella tiene sobre cómo vincular más la universidad con el medio. Dicho esto paso a lo mío, bueno, me reclamo historiador, así que tengo que referirme a nuestro pasado, y hoy al pasado del movimiento estudiantil. Y hoy la idea es un poco revisar ese pasado desde ciertas urgencias. ¿En qué sentido, cuáles son las urgencias de este presente en el mundo universitario? Se ha empezado a debatir una nueva ley de educación superior. Y en este debate hay un dato, yo diría, al menos, preocupante, que es la ausencia del estudiantado. No estoy hablando del estudiante como persona individual, sino del estudiante como organización estudiantil, en donde el Estado y la autoridad universitaria puedan tener interlocutores organizados en este tipo de debate. Y digo que es preocupante porque cuando hablamos de una nueva ley de educación superior, casi siempre esa discusión está atravesada, por lo menos, por dos preguntas: ¿qué universidad queremos?, es una pregunta muy importante, y cuál, por ejemplo, debería ser el rol de esa universidad con el medio donde se desenvuelve. Y lo más curioso, y tal vez estoy usando una palabra, “curioso”, para ser un poco benévolo, es que en la historia de nuestro país y del movimiento estudiantil, fueron justamente los estudiantes los que mayor entusiasmo pusieron en tratar de responder esas dos preguntas, qué universidad queremos y cuál debería ser el rol de esa universidad con el medio donde se desenvuelve. Y cuando digo que lo hicieron entusiastamente, me estoy refiriendo básicamente a la reforma universitaria de 1918. Y cuando digo “entusiastamente” también me estoy refiriendo a que estaban convencidos de que eso significaba o era algo muy importante para el país en el que se desenvolvía. Entonces quiero detenerme en esto, en algunas características de ese proceso de reforma universitaria que tuvo un impacto nacional y también continental. Lo que se inició en Córdoba en 1918 después tuvo repercusiones en Chile, Perú, México, y demás. Y no solamente eso, digamos, su impacto geográfico, sino también su impacto en el tiempo, porque generó un impulso que después transitó gran parte del siglo veinte. Así que miren de lo que estamos hablando. Tenía algunas cosas para decir sobre el hoy, pero me parece que somos muchos, así que Gonzalo y la misma rectora nos van a poder ilustrar mucho más sobre qué es lo que está ocurriendo hoy. Pero, bueno, detenerme en esta cuestión pasada porque hay algunos elementos que surgieron en aquel año y que podríamos decir que hoy es una llama que se ha apagado en muchos aspectos. Y para detenerme en la reforma quisiera tomar una fecha precisa, y tomar una fecha precisa del pasado no porque me considere historiador; tampoco porque crea que las fechas son fundantes, que crean épocas, sino tomar una fecha precisa, digamos, por una cuestión de economía de tiempo. El 11 de abril de 1918. Ahí surge ya una hija de ese estado de agitación que tenía algunos años entre los estudiantes y que es la FUA, la Federación Universitaria Argentina. Y esta FUA, inmediatamente, se reúne con el presidente Irigoyen, que todos sabemos acá que es el primer presidente democráticamente elegido en elecciones transparentes, y que representaba muchas de las aspiraciones sociales de los sectores populares. ¿Y qué es lo que hace Irigoyen? Irigoyen les dice a los estudiantes “Sí, nosotros estamos de acuerdo con estas aspiraciones nuevas que ustedes tienen y que tiene gran parte de la sociedad.” Y éste ordena la intervención de la universidad de Córdoba con el objetivo de que se reformen los estatutos para que se puedan elegir nuevas autoridades. El tema es que el rector elegido en 1918 en Córdoba no era del agrado de los estudiantes. Y los estudiantes tomaron medidas. Yo no les quiero contar cuáles fueron las medidas porque ellos las escribieron. Y se las leo. Ellos planteaban que esa elección había estado digitada por los jesuitas de la universidad y entonces escribieron: “En las sombras, los jesuitas habían preparado el triunfo de una profunda inmoralidad. Consentirla habría comportado otra traición. A la burla, respondimos con la revolución. La mayoría representaba la suma de la represión, de la ignorancia y del vicio. Entonces, dimos la única lección que cumplía, y espantamos para siempre la amenaza del dominio clerical. La sanción moral es nuestra; el derecho, también. Aquellos pudieron obtener la sanción jurídica, empotrarse en la ley. No se lo permitimos. Antes de que la iniquidad fuera un acto jurídico, irrevocable y completo, nos apoderamos del salón de actos y arrojamos a la canalla, sólo entonces amedrentada a la vera de los claustros. Que esto es cierto lo patentiza de haber a continuación sesionado en el propio salón de actos la Federación Universitaria Argentina. Y de haber firmado mil estudiantes sobre el mismo pupitre electoral la declaración de huelga indefinida.” Esto es lo que se llamó el “Manifiesto de la reforma universitaria”, escrito el 21 de junio de 1918, y que tuvo un título sumamente ambicioso: “La juventud argentina de Córdoba a los hombres libres de Sudamérica”. Ambicioso realmente. La autoestima era elevada, por entonces, en los estudiantes. Y es un manifiesto con un lenguaje enfervorizado, yo diría hasta colérico, lleno de ira, inclusive, en algunos aspectos. Pero un poco es la característica de un manifiesto. El siglo veinte estuvo repleto de manifiestos. Bueno, el siglo diecinueve también. Y casi siempre el manifiesto tiene por función principal invitar a los otros a la lucha. Y entonces el manifiesto también, casi siempre, trata de explicar al otro cuál es la lucha. Y trata de decirle al otro cuáles son los inconvenientes y las virtudes de la lucha. El manifiesto de Córdoba tiene eso, cumple las características de un manifiesto. Porque en el fondo lo que plantean es, digamos, alzarse contra una situación que es terriblemente injusta, y que ellos la dicen de la siguiente manera, entre otras cosas: la universidad se había convertido en el refugio de los mediocres…Colérico, no hay ninguna duda de esto. Y otros lo llamaron la “burocratización del saber”. Y me gusta a mí la palabra “burocratización” porque yo recuerdo, yéndome para los sesenta, cuando escribía John William Cook y decía “¿qué es un burócrata?”. Un burócrata es una persona que está convencida de que el mundo puede cambiar completamente pero no el lugar que él ocupa en la institución en que él está. Esto es lo que estaban denunciando los estudiantes. Porque lo que estaban viendo era que el mundo cambiaba, que el mundo y las sociedades tenían intereses y necesidades nuevas. Y que esa universidad prerreforma no tenía nada que ver y se oponía a ese movimiento. Y de ahí entonces aparece otra cuestión, es decir, también se rebelan contra la forma de autoridad que esa universidad prerreforma había logrado imponer. Y que ellos dicen, yo voy a leer mucho la reforma porque el manifiesto me parece fantástico: “Las universidades han sido, hasta aquí, refugio secular de los mediocres, la renta de los ignorantes y, lo que es peor aún, el lugar donde todas las formas de tiranizar y de insensibilizar hallaron la cátedra que las dictara. Las universidades han llegado a ser así el fiel reflejo de estas sociedades decadentes que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una inmovilidad senil.” Ahora, a lo denunciativo siguió el proyecto alternativo. Y ahí las demandas las conocemos todos más o menos: libertad de cátedra, libre elección de autoridades, cogobierno democrático, reforma de los sistemas de enseñanza, apertura ideológica, autonomía universitaria, apertura de la universidad a sus pueblos. Generalizando, podríamos decir que lo que plantean es, o lo que provocó esa reforma, es una revolución cultural. En el sentido de que exigieron que la universidad se perciba de otra manera en relación a la universidad prerreforma. Una revolución cultural en el sentido de que exigieron que la universidad se vinculara de otra manera con la sociedad en la que se desenvolvía. Exigieron una democratización de esos pueblos que, desde principios de siglo, eran evidentemente oligárquicos, elitistas. Y exigieron, digamos, un acceso democrático de los sectores populares a la educación superior. Ahora bien, hay otro hecho fundacional acá. Y ojo que no había una homogeneidad ideológica entre los reformistas. Hay un libro de, no recuerdo en este momento el nombre, pero que es de 1946, en donde se analizaba esta cuestión y decía…A ver, a mí me gusta definir la ideología como un cuerpo organizado de ideas que aporta, al que la practica, una visión del mundo, una visión de cuáles son los males de esa sociedad y una visión de cuáles serían los remedios. En este sentido, los reformistas universitarios cordobeses no tenían homogeneidad ideológica. Había algunos que eran más bien apristas y, por lo tanto, muy irigoyenistas; había algunos que eran más bien marxistas, muy vinculados a las ideas de Mariátegui, por ejemplo, el peruano, Teodoro Roca, el cordobés; había otros que tenían simplemente intereses vinculados al interior de lo que ocurría en la universidad…Era una cosa heterogénea. Y por lo tanto los estudiantes sabían que muchas veces podían hacer acuerdos de a tramos, de a pedazos, temporales. Pero lo que sí había era una profunda unidad de espíritu. Y eso es interesantísimo, porque miren lo que dice en el primer párrafo del manifiesto: estaban convencidos de que se abría una nueva era y que ellos tenían que intervenir, decididamente, en esa nueva era. Hay una parte que dice, que me parece fantástica: “Creemos no equivocarnos; las resonancias del corazón nos los advierte. Estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana”… “Resonancias del corazón”…Es una cuestión, digamos, que un racionalista duro diría “Es una superstición revolucionaria”, por lo menos, pero que tiene que ver con esta profunda convicción de que, aun cuando hay algo que no se puede demostrar o verificar científicamente, se la toma como absolutamente cierta. Y que esa certidumbre tenía que ver con el cambio de la sociedad, la necesidad de los estudiantes y de la universidad de involucrarse decididamente en ella. Es lo que algunos han llamado “mitos”, tal como la entendieron algunos autores, George Sorel o el mismo Mariátegui por ejemplo. Es esta cuestión de que aun lo que no se comprende racionalmente está ahí y eso es como el combustible que lleva a la acción de las personas. Por eso me parece esa “resonancia del corazón” algo realmente magnífico. Y el otro tema es que fundan un mandato para la juventud. Acá también me parece apropiado leer el manifiesto, miren lo que dice: “El sacrificio es nuestro mejor estímulo; la redención espiritual de las juventudes americanas, nuestra única recompensa. La juventud vive siempre en trance de heroísmo, es desinteresada, es pura, no ha tenido tiempo aún de contaminarse.” Los reformistas cordobeses tiraron para el siglo veinte un mandato a la juventud, el mandato de que se valoren a sí mismas según su grado de compromiso con una praxis colectiva. Es mucho, y es un problema, porque si alguien dice “Yo estoy dispuesto a sacrificarme” significa que está dispuesto a exigir que el otro tenga un compromiso con la realidad. Entonces la juventud, en ese entonces, no se veía como un sector de la sociedad que tenía que demandar derechos particulares, sino que era un sector de la sociedad que tenía un mandato, un deber para con el conjunto de la sociedad. Si se quiere hay un rasgo mesiánico ahí de la juventud, puede ser, pero fíjense lo que le legan a todo el siglo veinte. Y eso va a transitar por gran parte del siglo veinte. Tal vez el ejemplo más importante de esto tenga que ver en los sesenta y en los setenta, en donde esa juventud también se vuelca a una praxis colectiva. Ahí no les gustó a muchos el término “reformista”, porque pensaban, generalmente, que el término “reformismo” era una palabra medio un insulto, como decir “No, este (el reformista) quiere cambiar una partecita de la sociedad”. Ahí les gustaba la palabra “revolución”, que es el pensamiento de la totalidad, el revolucionario es aquel que quiere cambiar absolutamente todo. Pero ese sentimiento de los sesenta y los setenta es hijo de esto que surgió allá, en el 18. Y en el fondo lo que tiene que ver es tratar de concebir a la universidad, no como un lugar donde se discuten ideas, sino como un lugar donde se piensan ideas, con la pretensión de intervenir y hasta de orientar el proceso histórico en que se inserta. Entonces es evidente que ahora hay una situación distinta. Es evidente que por ahí nos hemos olvidado de pensar, sobre todo en los últimos treinta años, qué universidad queremos, y la juventud también ha empezado a tener una percepción si se quiere distinta de sí misma, o por lo menos eso es lo que se ve, por lo menos para problematizarlo. Y es importante porque evidentemente en este debate de la nueva ley de educación superior, ese actor que hoy está ausente en tanto organización necesita cobrar protagonismo en estas cuestiones. Se lo puede ver fácilmente: la mayoría de los debates que surgen en torno de esta cuestión vienen o de las autoridades universitarias, acá tenemos un claro ejemplo, es ella, es el rectorado, entre otras personas, la que trata de impulsar este tipo de debates, son los gremios, y allí actúan, no voy a decir como en un vacío, pero no me sale una palabra más feliz, donde ese estudiantado está como en otra cuestión. Lo dejo como un rasgo provocativo, para poder eventualmente discutirlo y polemizar, no hay problema, sobre esas cuestiones.

Preguntas del público y respuestas de panelistas

Público: Respecto de los estudios de postgrado,… ¿Qué posibilidades hay con la nueva ley…para su gratuidad o financiación…? Rectora: Y…es un poco adivinar. Pero por lo que uno conoce, el sistema universitario yo lo conozco a través de los rectores, la ley entró profundamente en el sistema universitario, la ley actual. De hecho, la universidad entró en la cuestión del arancelamiento y hay universidades públicas que arancelan los estudios de grado y que defienden los de postgrado, e inclusive todas las articulaciones del terciario con la universidad, y lo que significa también el ingreso, para mí, más peligroso dentro de las universidades públicas, que es las prestaciones de servicios. Me parece que no sería muy optimista en este sentido porque está muy metido en el sistema. La ley hizo mucho daño al sistema universitario, hizo daño porque se metió. El neoliberalismo entró en la universidad, está instalado. Hoy la CONADU, el gremio que nuclea a un sector de los docentes universitarios, logró ya, desde el año pasado, tener un fondo especial, desde el gobierno, obviamente, nacional, presupuestario para la capacitación docente gratuita. Esto empezó el año pasado y nosotros decimos que con cuatro cursos…y el presupuesto, el acuerdo salarial de este año está incluido también en un monto interesante para la capacitación docente gratuita. O sea, como que un poco está entrando también esto. Hasta ahí me arriesgo. Daniel Avalos: Es interesante esto, no sólo en términos políticos, sino yo diría también en términos culturales… es algo que me llama la atención. Porque, bueno, para desmontar esa universidad pública, después reemplazada por otra de una ingeniería legal distinta que fue la de los noventa y la del neoliberalismo, evidentemente la condición de posibilidad para ese proceso, entre otras muchas cosas, tenía que ver también con desprestigiar lo público. Esto también ayudó mucho a esta cuestión. Te digo esto porque hace un par de años participamos de un seminario de postgrado, un curso de postgrado que era no arancelado. Y en el imaginario de las personas que estaban participando como asistentes, como oyentes de ese seminario, estaba la idea de que era peor que un curso de postgrado rentado. Digo, esto no es política, esto es una mirada, una percepción cultural de qué es lo que es eficiente o no. Entonces, creo, si no interpreto mal, cuando la rectora dice que pegó fuerte la lógica neoliberal en la universidad, creo que se refiere a esto. Y, ahora, entre las cosas que nos planteamos con el ISEPCI, tiene que ver con esto, los cursos de postgrado los vamos a hacer gratuitos, esa es la pretensión. Y no hay solamente, digamos, que gestionar cómo hacerlo, cómo llevarlo adelante, cómo generar los recursos y demás, sino también esta batalla por tratar de ganar en el imaginario de los estudiantes y demás la idea de que lo gratuito, lo público también es bueno, y que se lo puede hacer seriamente y con responsabilidad, con rigor intelectual. Rectora: En otra cuestión que entró muy fuerte la ley y que, a lo mejor, los estudiantes no se dan cuenta, pero ha llegado a muchas facultades y carreras que tienen muchos laboratorios y muchas cosas, y sí se dan cuenta, y es que entraron dos ingredientes que no entraron con la ley, entraron por reglamentación del Ministerio. Uno es el programa de incentivo a la docencia e investigación, y el otro es esto de las prestaciones de servicios. El programa de incentivo a la docencia e investigación es un programa mediante el cual los docentes que tienen ciertas calificaciones en una escala, y sometidos a evaluación, tienen proyectos de investigación evaluados anualmente. Es decir, que es un trabajo de evaluación continua, llenando papeles todo el año, donde se evalúa si tiene presentaciones a congresos, trabajos publicados, etcétera. O sea, rendimiento en investigación, cosa que no está mal, por supuesto. Y de acuerdo a ello le dan un plus de sueldo; o sea, hay un monto de dinero que se le agrega al salario en negro, una beca es, a los profesores de sesenta años se les da una beca…Pero, bueno, en un momento ese dinero fue interesante, porque el salario quedó inmóvil desde 1991 hasta el 2004, el salario del docente no se movió y el único plus que apareció fue este. Por lo tanto, obviamente, todos los docentes adhirieron a él y es lógico, pero esto, que no está del todo mal, porque, por otro lado, podían mejorar un poco su salario, hizo que tuvieran que incrementar, algunos, muchos de ellos, sus actividades de investigación y dejar la cátedra, abandonar la cátedra, no dejarla, de no estar…Pero poco tiempo. La docencia es una carga, y esto está muy instalado en la universidad pública, la docencia es una carga, los salarios son muy bajos, los exámenes son muy largos, apurémonos porque tenemos que ir a investigar, porque la investigación se paga y la docencia se quedó, del 91 al 2004, sin mover un peso el salario, bueno…La metodología fue excelente, para penetrar con estas ideas, ¿por qué digo que fue excelente? Porque este es un sistema competitivo, no solidario, un sistema salvaje, porque el universitario investigaba, la universidad se caracteriza por investigar, no es que no lo hacía, lo hacía con su ritmo y con extraordinarios resultados en el sistema público. Pero cuado dijeron “No te subo el sueldo para ser docente, pero te pago un plus para ser investigador, pero publicá en el extranjero para cobrar ese plus”, bueno, la competitividad que se armó fue muy fuerte y la docencia se fue abandonando. Y lo otro muy grave, más que esto, mucho más, fue el posibilitar a las universidades ser agentes prestadores de servicios técnicos. Por ejemplo, de análisis de laboratorio, de hacer convenios con empresas, de asesorarlas…La venta de servicios universitarios que ha llegado a establecer competencia desleal con sus propios egresados. Además de eso, que está muy mal, se sumó a lo del incentivo a la investigación, y entonces, el alumno molesta cada vez más, y la docencia cada vez molesta más. Eso ya muchos de nuestros alumnos lo perciben, no hay un gran movimiento que lo reclame, que se elimine, lamentablemente, y acá coincido, remar contra todo no se puede, y ojalá estuvieran los alumnos diciendo “Abajo las prestaciones de servicios”, todos juntos, gritando, y así las bajábamos. Hasta ahora no las podemos bajar; las podemos acotar, recortar, reglamentar, controlar, porque esas prestaciones de servicios, en determinados momentos y con determinados gobiernos, han permitido ciertas corruptelas al interior de las universidades. Porque entró dinero. Así que, bueno, estos son no sólo los daños de la Ley de Educación Superior sino los daños de la época, diría yo. Y coincido en que, para modificar todo esto, habría que tener una movilización estudiantil, docente, estudiantil y de trabajadores más fuerte. Porque la ley caló en el sistema y todas estas normas calaron mucho en el sistema. Y sí, lo más grave es el perjuicio contra la docencia y en ese caso contra los alumnos y la enseñanza. Público: Retomando un poco lo que dijeron, es un poco apelar a la conciencia, el rol que compete a cada uno, tanto del sector docente como yo, personalmente, agradezco haber podido estudiar en la universidad pública, haberme formado. Pero esto de que nos pasa a los egresados de decir “Bueno, salgo ¿y ahora qué?” Estoy agradecida, como le digo, y tratar de devolverle a la sociedad…Adhiero a esta propuesta justamente para decir, para no quedarnos en la “antología del llanto”, como dijo Gonzalo, y decir “Ahora mi lugar en la sociedad tiene que retribuir, tiene que sembrar para luego poder cosechar” y, bueno, por eso este tipo de propuestas me parece bárbaro. Pero considero que principalmente hay que apelar a la conciencia de todos. Básicamente, es verdad, yo a lo largo de mi vida universitaria no me interesé mucho en la LES, que era cuánto me estaba afectando como parte de esta formación, pero como que en un principio iba a la facultad, cumplía mis horarios…o sea que me pasó y… Público: Yo creo que una de las cosas que hay que replantearnos es ver qué va a pasar con dos cuestiones que están íntimamente relacionadas y tienen que ver con el primer año y que no lo tenemos muy en claro. El problema de la articulación con la escuela media y las posibilidades de brindarles a los estudiantes una contención real durante el primer año, real, no numérica, no sólo desde del discurso, sino realmente poder dar al alumno, que viene de la educación media con competencias insuficientes para entrar en el primer año de la carrera que ha elegido, un lugar, y realmente puedan quedarse productivamente, para ellos y para la universidad, por supuesto. Y hay que dar una lucha en más de un nivel. Rectora: Vos sabés que coincido contigo en que se necesita presupuesto, concretamente, que la UNSa necesita conseguir financiamiento para la batería de aulas nuevas, porque si no caben en las aulas, mal los podemos retener, empezando desde allí. Pero creo también que algunas cosas pasan por nosotros. Y no me refiero sólo a las prácticas docentes, que en realidad, yo soy docente de primer año y, bueno, siempre somos los que tenemos 400, yo tengo 800 alumnos por año en los dos cuatrimestres. Entonces siempre es en primer año en donde impacta más la mayor carga docente: el que toma más exámenes, más horas, todas estas cosas. Pero también nuestros planes de estudios, el caso de la UNSa… Hay muchas carreras en nuestros planes de estudio que no son contenedoras, y eso es responsabilidad de los docentes, que no cambiamos los planes de estudio. Planes de estudio que tienen tres materias en el primer cuatrimestre, las tres correlativas del segundo; el que falla en estas tres del primer cuatrimestre no puede avanzar, se fue. Pero, además, de las tres, ninguna es retenedora. Hay algunos planes de estudio en nuestra universidad con, por lo menos, una materia retenedora, una materia anual que permite que el alumno haga ese primer año, que a veces le cuesta, lo tiene que rehacer, pero se queda en el sistema. Y hay algunos planes de estudio que no tienen ninguna materia retenedora. Eso es responsabilidad nuestra. Una de las cosas que siempre sostuve es que tenemos que incorporar a los planes de estudio esas asignaturas. No que sean fáciles, sino que son las que vocacionalmente son más gustosas para el alumno que elige una carrera, que cree que le gusta esa carrera. Son las materias de vocación, no de contenidos livianos necesariamente. Esa es una de las cosas que deberíamos impulsar dentro de la UNSa en las carreras que no lo tengan. Y lo otro, yo no sé cómo se hace, ni creo que lo podamos hacer, porque no tenemos acceso a los medios de comunicación, de TN, de Clarín y esas cosas, pero si ustedes se fijan, a mí me molesta muchísimo cuando escucho, típico, ustedes lo habrán escuchado, “Universidad de La Palta, ingreso a Medicina, sólo aprobaron cuatro”. Primera pregunta: ¿Qué tenía ese examen que, de, no sé, de 400 ó 500 ó 1000 que se presentaron, no tuvo un resultado de distribución normal para una población normal que dio el examen? Porque si la curva de distribución normal tiene que ser así, se podrá desviar un poquito, pero tiene que haber un grupo de aprobados y un grupo de aplazados y un grupo de brillantes. No. En la Universidad de La Plata, en la Facultad de Medicina sólo hay una curva de distribución de estudiantes argentinos pésima. Primer dato que no coincide con la realidad. El examen tiene algo mal hecho, es decir, no está evaluando los contenidos que el alumno debería saber a nivel medio para entrar en Medicina, está evaluando que si no sabe esto no entra, y porque no quieren tener muchos alumnos. Entonces sale en los medios “Cinco aprobados sobre mil”, pero ningún medio dice que esos cinco aprobados es un examen diagnóstico, que quien lo aprueba entra directo a Medicina y que el que no lo aprueba hace un curso de ingreso. Nadie lo dice. Entonces este es un fenómeno que impacta negativamente sobre los estudiantes, sobre los jóvenes, que se creen que son todos unos “porros”, como dicen en Salta, que no sirven para nada, y no es cierto. A mí me indigna muchísimo, porque esto no es cierto. Nuestros jóvenes, primero, serán víctimas de un mal sistema educativo, primario, secundario y universitario, esta institución no se escapa del deterioro del sistema educativo, pero no son los culpables. O sea, tendríamos que estar fortaleciendo, diciendo “Pobres, mirá lo que les hicimos, ahora cómo lo arreglamos”. No. Acá es exactamente al revés. Entonces hay una campaña de desprestigio a la educación pública muy fuerte. No se olviden que en este país, durante los noventa, se crearon tantas universidades privadas, que hoy hay más universidades privadas que públicas en Argentina. Que en nuestro imaginario no lo podríamos imaginar. La universidad argentina es la universidad nacional. Hoy hay más privadas. Fíjense el diario chiquito [Nuevo Diario] de hoy: cada vez que hay exámenes de ingreso, desde mi punto de vista, lo que se favorece es la actividad privada de los institutos y de los comercios que preparan alumnos. El caso de Córdoba es escandaloso, lo que cobran los que preparan para Medicina. Mirando el diario de hoy hay una propaganda así, que dice que preparan ingreso en todas las carreras que tienen ingreso. Se establece el negocio, el comercio de lo que es la educación. O sea, no es que la Organización Mundial del Comercio nos venga a meter cosas; no, nosotros somos los que mercantilizamos la educación. Público: Pero cómo llegamos a todo esto? Cuales son las condiciones que pueden ayudarnos a salir de esta situación? Es evidente que el compromiso de todos es sumamente importante. Daniel Avalos: Hay situaciones que la explican. Primero, la represión de los setenta, el exterminio de los setenta. Unos ochenta que encuentran, digamos, una normalización institucional de la universidad pero con muchos cuadros académicos que ya no estaban o se habían ido para no volver; es decir, son pocos los que quedan. Los noventa, digamos, la rectora ya explicó todo lo que significaron y cómo eso no fue sólo una campaña política sino también cultural. Y, en el fondo, lo que se me ocurre pensar es que hoy, a pesar de las intenciones, que son muy loables, hay una ingeniería legal que está montada y que no deja, y que de alguna manera empantana, estos esfuerzos personales, heroicos en muchos casos. Porque eso fue no solamente el montaje de una ingeniería legal; también fuel el montaje de un aparato burocrático, en muchos casos, y de hasta una dimensión ideológica, de penetrar las subjetividades, o sea de trabajar con las subjetividades de las personas que estaban ahí. Entonces ahora se ha abierto un proceso…Hay un viejo militante con quien una vez conversaba en la época del 2001 y me dice “¿Te diste cuenta? Por primera vez el pueblo se rebeló solito, sin la compañía de la universidad” Esto puede ser durísimo, pero yo no sé si el viejito estaba muy equivocado. Era la primera vez, por lo menos, que en un gran proceso histórico de los sectores populares, no estoy diciendo que no hayan habido universitarios, estoy diciendo que institucionalmente no lo hubo…Recuerdo el diario La Nación de esa época, en donde, entre otras, cosa reclamaba ¿cómo no pudieron predecir esto?, con la envergadura que había tenido, y demás. Más anécdotas: mi director de tesis era francés y venía una o dos veces por año a Salta, y yo le preguntaba cómo ve el país y me decía “Me sorprende, porque voy a cualquier librería argentina y veo que están al tanto de la última discusión de París Cuatro, de la universidad, y encuentro pocos libros sobre lo que ocurre en el país”, estudios sobre cuáles son los índices, los tipos de problemas que habían. Digo, estos eran datos que, está bien, son sueltos, por ahí inconexos, pero van diciendo algo. Y, justamente, ese 2001 me parece que abre un proceso nuevo, en donde algunos de los sectores, incluso los gobiernos, que llegan con amplio apoyo popular, plantean explícitamente el hecho de que ese modelo no servía, que nos había llevado adonde nos llevó. Creo que también aparecen gestiones universitarias donde rechazan explícitamente esa cuestión. Pero a mí me preocupa mucho porque esta historia no está cerrada, esta historia está abierta, está en debate. Quiero decir que, así como hay sectores a los cuales tenemos que apoyar decididamente, que vienen a querer cambiar este montaje legal, este aparato burocrático y esta dimensión ideológica, también hay sectores, por ejemplo, los que dan los cursos de ingreso en la universidad de Córdoba, que no quieren que esto cambie. Digo, así como el Estado está en disputa, la universidad también está en disputa, y en ese sentido es imprescindible la intervención. Y no sólo la intervención, sino tratar, inclusive, y no sé si suena muy soberbio esto, pero tratar, digamos, de asumir el desafío de pretender orientar para dónde queremos ir. Porque si no…La historia, y esto el siglo veinte lo ha demostrado, no la ganan los que tienen buenas intenciones. La historia es producto de cómo intervienen los actores que están ahí, en conflicto. Y si nosotros, digamos, aquellos que pretendemos otra universidad no vislumbramos eso, bueno, creo que sería caer en un garantismo gratuito pensar que esto va, por sí mismo, a llevarnos a algún lugar un poco más justo, un poco más acorde a los sueños y a los ideales que tenemos. En ese sentido creo que es imprescindible, y por eso digo la urgencia del presente. La urgencia del presente nos tiene que llevar a revisar muchas cosas, no sólo la historia, también nuestra actitud presente. Y otro problema. Estos procesos no requieren necesariamente que la universidad intervenga, los procesos avanzan lo mismo. Entonces, que la universidad quiera intervenir no se trata de una necesidad histórica, se trata de una decisión que puede aportar a otra idea de universidad. De una voluntad de querer intervenir. Y ese es un gran desafío. Gerardo Bavio: Yo quería agregar algo que me hizo pensar una de las intervenciones de los jóvenes, y de lo que decías también, esos desafíos. Uno de los desafíos que tiene que tener presente la universidad actual, y que por supuesto lo manejamos, es el aceleramiento que ha tenido, digamos, el proceso tecnológico en los últimos años. Y nos preguntamos si la universidad no se ha quedado en los métodos de enseñanza y aprendizaje, no se ha quedado rezagada con respecto a las transformaciones que se han estado dando en el conocimiento. Alguien dijo “Esta es una sociedad de conocimiento”, el conocimiento es un factor de poder. Bueno, ¿cómo incorpora el conocimiento la universidad? Una compañerita acá hablaba de la competitividad y también se hablaba de la competencia, es decir, docentes contra investigadores, etcétera. Eso está determinando un factor que, en realidad, las clases dominantes en la universidad tratan de mantener, que es el fraccionamiento de la enseñanza, la competitividad entre los docentes, el aislamiento de las materias y las cátedras. Entonces, ¿cómo hacer para luchar contra eso? Evidentemente, lo que aprendía un alumno hace diez años, posiblemente ya no le sirva demasiado hoy. El tema es el siguiente: la información es tan grande, que tiene que incorporarse a la cabecita de los estudiantes que, más que información, habría que tratar de que el método de enseñanza impulse al alumno hacia la problematización de la realidad y el planteo de problemas, y luego la búsqueda de información. Entonces el docente ya no debe dar esas clases magistrales, con el librito, como se decía, “cada profesor con su librito”, que repite el programa desde hace diez, veinte años, heredado, inclusive, a veces. Entonces, esa realidad tan contundente de hoy nos exige no sólo tener la universidad llena de computadoras, porque es evidente que hacen falta, sino que el método de enseñanza ayude al alumno a plantear problemas de la realidad vinculados a su profesión, por supuesto, pero no desvinculado de la realidad social, global, que vivimos. Que el profesor sea un impulsor, un coordinador de la búsqueda de información por parte de los alumnos, una información actualizadaza. Que el conocimiento se genere no sólo a través de escuchar información, sino a través de la práctica. ¿Y cómo se hace? Porque ese es el desafío. Yo no puedo tener la respuesta, ni quizá la podemos tener tan rápido, pero cómo se hace para que el alumno aprenda no sólo con la teoría volcada por el profesor, sino con una práctica vinculada a su futura práctica profesional y social. Yo creo que otro elemento que hay que incorporar es para romper justamente esa fraccionalidad de la enseñanza, esa enseñanza por materias aisladas. Y es la interdisciplina. Todos los problemas de la realidad y de la profesión son multidisciplinarios. Yo creo que los médicos, en ese sentido, han avanzado más. Cuando toman un paciente dicen “Esta no es una enfermedad, sino este es un enfermo”. Lo toman en su realidad concreta. No aplican la materia anatomía, fisiología; van a la realidad concreta que tienen presente, en donde se cruzan elementos psicológicos, sociales, elementos de la más múltiple confluencia. El médico no puede limitarse a resolverle el problema que tiene para el dolorcito de cabeza con una simple aspirina, sino que tiene que afrontar ese hecho. Entonces los hechos de la realidad son así, complejos, son multidisciplinarios, son totales, hay que tomarlos en su integralidad. Entonces, la enseñanza moderna tiene que plantearse también en gran medida este desafío. Yo creo que hay que avanzar en ese sentido. No es la enseñanza positivista, con todos los elementos positivos que tenía el positivismo, en contra del dogmatismo clerical y todo eso, estamos de acuerdo. Pero había que seguir avanzando más hacia una enseñanza que vea el hombre en su integralidad y el hombre en lo social, en su ser social, como se dice. Y todo eso yo creo que son una multiciplicidad de desafíos que, bueno, hay que tomarlos, y ¿cómo se hace? Cómo se hace para cambiar esta universidad, tan interpenetrada de esos conceptos antiguos y adecuarla a una realidad, para enseñarle al alumno, no lo que tiene que saber hoy, que quizá las cosas hayan cambiado dentro de cinco años, sino cómo resuelve los problemas de la realidad hoy y los problemas de la realidad de dentro de cinco o diez años. Y eso es un elemento que también yo creo que habría que incorporar en los métodos de enseñanza y aprendizaje en las universidades modernas. Daniel Escotorín: Sí, a mí me parece que en ese sentido no solamente hay que poner la responsabilidad en la institución en sí misma, sino, una cosa que vengo observando hace algún tiempo es que cuando, a partir del 2001, hablamos de la crisis de representación, cómo esa crisis atravesó todos los sectores, y la gran pregunta es qué pasó con las agrupaciones estudiantiles, con el rol de los centros de estudiantes, con el rol, digamos, que tenían estos espacios políticos dentro de la universidad, que era allí donde se daba el verdadero debate, o sea el motor que llevaba, bueno, a que estas cuestiones que estamos planteando acá tuviesen una dinámica de discusión distinta. Entonces, todos decimos “Sí, bueno, lo discute la rectora, lo discute la universidad”, se lo discute en la superestructura, pero hay una ausencia de un sector, y muy importante, que son los estudiantes. Y esa ausencia tiene que ver, también, con cómo la función que ejercían los centros de estudiantes y las agrupaciones políticas se han ido vaciando y han quedado englobadas dentro de ese cúmulo de vicios políticos, que también han heredado de los viejos partidos políticos, o de las prácticas de los partidos políticos que hemos visto a lo largo de la década de los noventa. Creo que también en ese sentido los estudiantes tienen que comenzar a recuperar y a retomar una discusión que quedó abandonada desde hace por lo menos diez años. Me parece que la responsabilidad es integral, no está solamente en la institución o en los docentes.