Expositores:
Ing. Stella Pérez de Bianchi, Rectora de la Universidad Nacional de Salta
Lic. Guillermo Baudino, Decano de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Salta.
Dr. Carlos Morello, Diputado provincial por el Movimiento Libres del Sur
Auditorio de la Facultad de Ciencias Naturales de la U.N.Sa.
Martes 24 de febrero - 10.30hs
Adhieren: Rectorado de la U.N.Sa. y Movimiento Universitario Sur
La situación de emergencia que vive la ciudad de Tartagal ha provocado en el país un terremoto de emociones. A la hora de buscar las causas que provocaron la desgracia, muchos hicieron referencia, sobre todo funcionarios, a términos como “desastre” y/o “tragedia”. Pero lo cierto es que cuando recurrimos a un término como el de “tragedia”, estamos haciendo alusión siempre a un desenlace trágico producido por un conjunto de fuerzas ciegas que, escapando al control del hombre, como ocurre con los fenómenos de la naturaleza, terminan conduciéndonos a un destino fatal. De allí a la apelación de un término como “catástrofe” sólo hay un paso que expía a la acción de los hombres y mujeres de posibles culpas, en tanto la catástrofe se asocia a una devastación producida por el comportamiento incontrolable de la naturaleza.
Las clasificaciones, entonces, podrán ser múltiples, porque los sucesos acaecidos en esa ciudad escapan a una categorización exclusiva y revisten, por el contrario, un carácter polifacético. Explicarlos requiere del análisis de múltiples variables, todas interconectadas entre sí en mayor o menor medida, y cuya suma sostenida en el tiempo provoca un mismo resultado. Tales resultados comienzan a convertirse en emblemáticos, por lo menos en los últimos años. Tartagal ilustra el cruce perverso entre la fuerza de la naturaleza, es cierto, y la voracidad de los capitales extractivos exportadores que explotan en la región recursos naturales no renovables, en algunos casos, mientras que en otros expanden la frontera agropecuaria sin reparar en las consecuencias ambientales y sociales que ese accionar provoca o puede provocar. A eso debemos sumarle un doble comportamiento de los gobiernos: respuestas esporádicas y políticas de corto alcance para planificar y ejecutar las obras de infraestructura necesarias para mitigar estos acontecimientos; y a su vez una continuidad asombrosa para generar las condiciones legales que posibilitan un modelo de desarrollo extractivo – exportador asentado, entre otras cosas y muy particularmente en Salta, en la extensión del monocultivo, la contaminación y la pérdida de la biodiversidad. La polémica aprobación de la Ley de Ordenamiento Territorial en diciembre último por senadores y diputados (de los cuales sólo tres se opusieron) es una muestra de ello.
Es imperioso realizar una revisión de esas políticas, a fin de evitar que los fenómenos de la naturaleza que el hombre no controla tengan el menor impacto posible en la vida de los hombres y mujeres de nuestra provincia. Es urgente adoptar una política de ruptura con el desmonte desmesurado llevado adelante por la gestión de Juan Carlos Romero. La atención a las urgencias inmediatas que padecen los pobladores de Tartagal es la prioridad absoluta en estos días. Pero la asistencia a los comprovincianos que lo perdieron todo, el diseño de las medidas urgentes que permitan aminorar las pérdidas materiales, y la planificación y ejecución de las obras públicas necesarias que preparen a la ciudad ante los desbordes de la naturaleza, no puede ir separada de la voluntad política de poner límites a un modelo de desarrollo desinteresado de las consecuencias ambientales y sociales que producen el desmonte a gran escala.